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—¿Cómo dices? — le hablo, nerviosa — si... han ido a juicio, ella ni siquiera debería poder llamarte.

—lo sé, tendré que hablar con mi abogado para que ponga una restricción— Killian luce abatido, tal como el día del juicio.

—Killian... —veo que sus manos están un tanto temblorosas y me acerco hasta sentarme yo también en el borde de la cama—¿Quieres verla?

—no lo sé— él levanta los ojos y me observa— nunca volví a verlos, excepto en los juicios.

—podemos ir juntos, ella no puede dañarte.

—lo sé es que... es complicado, Isla. Yo la veo y me paralizo, vuelvo a ser el niño de doce años que...

—pero ahora eres un hombre, un hombre bastante desequilibrado pero un hombre al fin de cuenta—le digo intentando cortar la tensión—¿No quieres cerrar esto, Killian?

—yo cerré todo el día que mataron a Sasha.

—te entiendo—aprieto su mano—entonces hablemos con tu abogado para que le restrinjan las llamadas, ¿Si? Ella no va a molestarte de nuevo.

—sí, eso haré.

—ni ella ni tu padre van a acercarse a ti—murmuro.

—lo sé.

—¿Quieres ir a comer? —él asiente—¿Sabes, Killian? Nunca vi una foto de tu hermana—murmuro. Tardo unos segundos en seguir, porque él se ha quedado callado—me gustaría conocerla... si quieres.

—si...—Killian me da una pequeña sonrisa mientras se sienta y yo también lo hago, frente a él—se hubieran llevado bien.

—¿Tú crees?

—me hubieran vuelto loco, si —él sonríe un poco más.

—supongo que eso es bueno —me río, ya un poco más tranquila de que Killian salió de ese estado tenso—¿Crees que hoy podamos ir a ver a los chicos?

—¿Isla, es un chiste? Estás con fiebre.

—pero ya me siento bien—murmuro, como si me hubiera retado—o mañana, ¿Mejor?

—no, mañana ya tenemos planes.

—¿En serio?—lo miro con una ceja arqueada—Yo no estaba enterada.

Killian me da una sonrisa que me hace creer que estoy en problemas y me alegra que él haya salido del trance de mierda en el que lo puso su madre.

—si, tenemos planes—repite.

—¿Y puedo saber cuáles son?

—no, en realidad no... pero necesito que estés un poco mejor, así que mantente en la cama y haciendo las cosas bien.

—señor, sí, señor— finjo un saludo militar y Killian se ríe.

—eres una tonta.

Gokú comienza a ladrarle a una mosca y lo miro.

—Gokú, muerdelo, este mamerto me acaba de decir tonta— el cachorro se acerca moviendo la cola, sin entender que le estoy pidiendo que le hinque los dientes a Killian— ¡Ataca, Gokú!

El cachorro ni se inmuta.

—él sabe que no debe hacerlo— Killian me mira, sonriente y triunfante.

—me dijiste tonta, Killian. No sé si pueda perdonarte — me agacho a acariciar al cachorro— ¿Verdad, bola de pelos? Díselo.

—es un perro, Isla, no va a hablarme.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora