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¡Islaaaaaaaa! — corro a la habitación cuando Killian grita.

—¿Qué demonios te pasa? —entro, encontrando a Killian con gesto iracundo— ¿Qué ocurre?

—la bola de pelos está en la cama—me río al ver la pequeña bola de pelos ya bañado en la almohada de Killian.

—creo que le gustó tu almohada—me tiro en la cama, agarrando al pequeño cachorro. La cara de Killian es de enojo puro—¡No seas gruñón!

Killian se sienta en el borde de la cama y la bola de pelos, como él lo llama, comienza a ladrarle. Es una rata posesiva.

—es mi cama, maldito pulgoso—Killian levanta al cachorro y lo deja lejos. El perro vuelve a acercarse y Killian gruñe. El cachorro se mete entre nosotros y se acuesta en mi pecho—no, no—él vuelve a sacar al cachorro de la cama pero esta vez lo lleva hasta la puerta y lo deja fuera de la habitación—así está mejor.

El cachorro lloriquea y Killian lo ignora, dejándose caer en la cama.

—pero pobrecito, está llorando...—intento pararme de la cama pero Killian prácticamente se acuesta sobre mí—Killian...

—no, Isla, ¡Ese perro está maldito!

—ni siquiera le hemos puesto un nombre, merece una identidad.

—es un demonio.

—No vamos a llamarlo Demonio—me niego rotundamente—además, él parece quererte.

—él no me deja tocarte.

—porque sabe que no debes hacerlo—me burlo de él, dándole un beso rápido—además, ¿En serio, Killian? Es un cachorro. ¿Estás celoso de un cachorro?

—se interpone entre nosotros.

—es un cachorro—repito.

La puerta de la habitación se abre y el cachorro intenta saltar a la cama, aunque es muy pequeño para hacerlo. Comienza a gruñirle a Killian y él hace lo mismo, lo que es ridículo porque la bola de pelos con suerte le llega a los talones.

—yo la conocí primero, es mi novia, no la tuya.

—¿Estás celoso de un perro, Killian?— cargo al cachorro en mis brazos, dejando que pase su lengua por mi rostro.

—está besandote.

—tú también lo haces—lo pico.

—por eso mismo, esa era mi cosa por hacer, no suya.

—Killian, es un cachorro—me quejo—y ni siquiera le hemos puesto un nombre.

—pulgoso.

—Killian—dejo al cachorro en la cama, que comienza a entretenerse con la manta—¿Puedes ayudarme a elegir un nombre, por favor?

—no puedo pensar en nada lindo en este momento.

No puedo dejar de reír al escuchar a Killian. Es un jodido cachorro. Él, no el perro.

—¿Puedes ayudarme, por favor?— pongo mis piernas alrededor de su cadera, con el cachorro entre nosotros—sé que tienes buenas ideas, no seas necio.

—Gokú.

—mi amor, el perro no va a llamarse Gokú.

—¿Trunks?

—¿Desde cuándo te gusta tanto Dragon Ball Z?

—¿se te ocurre un mejor nombre?

—no... pero no puede llamarse Gokú.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora