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—Isla ya no te soporto—Killian se queja y yo suelto una risotada al ver lo mucho que está sufriendo el pobre hombre.

—lo prometiste—digo, intentando manipularlo para que se sienta culpable y me deje seguir—además, tampoco es que estés haciendo mucho esfuerzo. Sólo tienes que estar quieto—aprieto el gatillo de la cámara y Killian me tira en la cama mientras me río y grito que tenga cuidado —¡Me la regaló mi novio, voy a matarte si la rompes!

La verdad es que estoy teniendo unos días bastante buenos. Jamilson, el decano de mi universidad, se puso en contacto con D'angelo y pactaron que podré volver a clases, el próximo cuatrimestre, así que estoy bastante feliz.

Lo sorpresivo es que al día siguiente de ver a Emerst y Diana, ella llamó a Killian y le pidió hablar conmigo. Me pidió disculpas, diciendo que jamás supo que él había entrado a su computadora y había copiado los videos. Lo que no entiendo es porqué ella los guardaba, pero bueno. Allá ella y su masoquismo. El caso es que, de algún modo, logramos que el maldito de Gabriel Emerst retirara cualquier cosa que manchara mi historial académico y lo único que queda, es decirle a Liam.

—deja esa maldita cámara a un lado, porque te juro que voy a romperla, Isla— Killian amenaza nuevamente contra la integridad de mi nuevo juguete cuando vuelvo a apuntar en su dirección.

—creo que Gokú será un mejor modelo que tú, eres quisquilloso e insoportable—bufo.

—tú estás insoportable—Killian me saca la cámara de las manos, la apaga y la mete en el cajón de su mesa de luz, fuera de mi alcance. Incluso cuando me inclino para sacarla, él se interpone.

—déjame ser feliz, una vez que estoy de buen humor...—Killian me observa unos cuantos segundos, aguantando la risa. Él no está realmente molesto. Cuando se inclina para besarme, somos interrumpidos por la bola de pelos, que aunque no lleva mucho tiempo con nosotros, creció bastante. Está casi tres veces más grande que cuando lo encontramos.

—cada vez le queda más chico este departamento—Killian habla mientras molesta al cachorro y este juega con él.

—lo sé— le digo, mientras veo al perro arañar la piel de Killian con los dientes.

—¿Por qué no nos mudamos, Isla? —suelta, como si hablara del clima.

Me río, nerviosa.

—¿Cómo que mudarnos?

—a la casa— Killian me mira —¿Por qué cada vez que saco el tema te haces la loca?

—no me hago la loca— digo, un poco a la defensiva.

—si no quieres mudarte, necesito que me lo digas, porque no sé si insistir o no con esto— Killian suele ser el determinado de los dos. No le gusta no tener clara las cosas y caminar en terreno pantanoso. Yo, por l contrario, no tengo ni un ápice de estabilidad en mi vida.

—está bien— digo finalmente, soltando un suspiro.

—¿Qué está bien? — Killlian me mira con una ceja arqueada, mientras mueve al cachorro de sus piernas.

—que sí, que nos mudemos, pero con tiempo—le sigo diciendo —no quiero hacer las cosas a las apuradas, por favor.

—bueno.

—¿Y qué vas a hacer con el departamento?

—alquilarlo, venderlo, no sé—Killian empuja al cachorro y lo molesta, en juego—pero creo que seguir aquí va a afectarle la psiquis al cachorro— Gokú ni siquiera se molesta cuando Killian lo pellizca. De hecho lo disfruta, porque mueve la cola y se tira sobre el hombre —además, mira el lado positivo— espero a que siga—vas a tener más espacio para expandir tu desorden. ¿Eso no te agrada? — Killian me da un leve empujón con el pie a mi pierna.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora