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VEINTIOCHO

—Isla—siento los labios de Killian en la piel de mi hombro y me remuevo—. Tienes que girarte, amor, ya tienes la piel tostada—lo hago, apretando los ojos puesto que el sol aún está alto y me molesta.

—¿Qué hora es? — murmuro, cuando logro ubicar que seguimos en la playa—. ¿Acabas de llamarme 'amor'?

Ignora deliberadamente mi segunda pregunta.

—Las cuatro— me responde luego de unos segundos.

Me levanto y me desperezo.

—Lo siento, me dormí—me froto los ojos y Killian me sonríe, comprensivo.

—Está bien, estabas cansada. Anoche no dormiste muy bien. Además, se supone que tu cuerpo está usando la energía para fabricar los órganos del bebé, leí eso en Google — dice, ya sin sonreír—, necesitabas una siesta.

Es verdad. La noche anterior había sido un calvario. Me la había pasado llorando y pensando, hasta ser capaz de dormirme, cuando él se metió en la cama, pero tampoco fue el mejor de los sueños.

—Estás colorado—murmuro al ver la piel de Killian, que está enrojecida por el sol—. ¿NO te daña los tatuajes?

—Deberías ver cómo está tu espalda— me dice, dándole un vistazo a mi piel—, pareces un tomate.

Nos quedamos hasta las seis, cuando el sol comienza a bajar y lo vemos esconderse en el mar. Es una imagen un tanto hipnótica y logra que me olvide del frío que comienza a hacer. Tal vez los brazos de Killian estén ayudando un poco, porque estoy sentada entre sus piernas y él me rodea.

Me volteo un poco, observando su perfil cubierto por el juego de sombras que crea el atardecer frente a nosotros y la barba rubia oscura que cubre sus mejillas me hace sonreír. El hijo de puta es atractivo y lo sabe, es evidente especialmente cuando me da una sonrisa de lado, antes de que me ponga en puntas de pie y le muerda la barbilla.

Mis demostraciones de afecto son un asco, lo sé.

—¿Vamos? —me dice cuando el sol está totalmente fuera de escena, tras quedarnos un rato sin hacer nada más que besarnos.

Asiento y levantamos las cosas. Me pongo el short sobre el traje de baño ya seco y el tatuado se pone su camiseta. Tiemblo un poco cuando nos metemos al coche y Killian me pasa un abrigo de los asientos traseros.

—Hombre precavido.

—Mujer friolenta.

El viaje es tranquilo y cómodo. La verdad es que no puedo decir nada sobre hoy, porque todo fue demasiado bueno y siento que las cosas se están acomodando, luego de sincerarnos un poco, lo que me hace sentir bastante optimista respecto al futuro.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora