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Killian

El corazón de Isla tiene un latido rítmico, casi hipnótico. Escucho la melodía durante toda la noche, sin ser capaz de dormir. Saber que tengo que volver a ver a los asesinos de mi hermana cara a cara me pone frenético. Sobretodo, porque la última vez que esto mismo pasó, tuve un ataque de pánico. Fue hace diez años. Ellos tienen el derecho a apelar cada ese tiempo y van a recurrir siempre que puedan.

La simple idea de que ellos salgan de la cárcel y puedan hacerle a alguien más, aunque sea una parte de lo que nos hicieron a Sasha y a mi, me pone enfermo.

—¿Killian? — Isla se remueve, tal vez notando que volví a tensarme y se frota los ojos— ¿No puedes dormir? — su pecho vibra suave contra mi oído e intento no moverme. Me siento como un niño pequeño, asustado, que necesita de alguien para sentirse contenido y querido.

—no, no puedo— murmuro finalmente— pero todo está bien, ya me calmé— termino diciendo para que ella no se preocupe más. Lo que menos quiero es que ella se preocupe. No podemos ser dos personas rotas en esta relación, eso no funciona. No somos parte de una novela en la que ella va a agarrar mis partes rotas y yo las suyas y vamos a hacer algo lindo con toda la mierda que tenemos encima.

Que es bastante, para ser honesto.

—¿Quieres que te prepare un té? — de nuevo, el pecho de Isla oscila debajo de mi rostro— iré a preparar un té o café o algo de eso— ni siquiera me da tiempo a negarme o decir que es mejor que se quede acostada, porque el repiqueteo de su corazón contra mi cabeza me calma.

Ella sale de la habitación y vuelve casi diez minutos después, en los que yo no he hecho más que sentarme en la cama mirando un punto fijo en la pared. No puedo evitar pensar en todo. Desde que conozco a Isla, mi vida constantemente azotada pareció amansarse al llegar ella y por Dios que disfruto eso. Sé que para ella no es lo mismo. Isla se jodió los últimos meses. Lo tuvo difícil. Nunca podría ver a Isla como una mujer débil. Lidiar con el acoso, la industria del porno— que es muy distinta para los hombres que para las mujeres—, un hermano borracho y drogadicto y una familia que pone demasiadas expectativas en ella no es fácil.

Aunque cuando conocí a su familia, creo que sentí algo parecido a ser vaciado. Verla interactuar con su padre, ver el cariño con el que la trata y lo mucho que se preocupa por ella— porque soy consciente de que al menos una vez cada dos días ellos hablan— me hacen sentir como la mierda. ¿Por qué Sasha y yo no pudimos tener eso? ¿Qué hicimos nosotros para terminar mezclados con las enfermedades de nuestros padres?

Papá se ríe. Sasha grita. Mamá me está tocando, ella quiere que la toque yo también. ¿Qué pasa? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué grita Sasha?

—aquí— Isla pone una taza humeante de café frente a mi cara y la agarro, saliendo del recuerdo— lo hice con bastante cariño, así que tómatelo.

No puedo evitar que se me escape una sonrisa. Aunque no veo posible que ella lo admita en algún momento, sé que ya dejó completamente de lado su actitud un tanto hostil y resistida. Aunque no puedo culparla por haber sido así. Dejarse amar y amar es de las cosas más arriesgadas que se hacen. Entregarse a otro no es sencillo cuando toda tu vida recibiste golpes. Además, yo había sido un idiota al principio.

—Vale— por enésima vez en lo que llevamos de relación, compruebo que Isla tiene un talento increíble para hacer café en cualquier contexto, incluso en la madrugada. Una vez se lo comenté y ella dijo que su facilidad para hacer café se debe a la cantidad que hizo durante sus tres años de carrera. Luego cambiamos de tema, porque lo pregunté cuando ella ya había sido dada de baja y no quería tocar mucho el tema.

—traje pizza, también— dice, acomodando un plato con algunas porciones de la pizza que compré antes.

—¿Pizza con café? ¿No te parece algo peligroso de combinar?

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora