14.

139K 10.4K 5K
                                    

CATORCE

Liam está sentado en el sofá frente a mí. Lo he llamado luego de ver que había cerca de veinte mensajes suyos. Se había quedado preocupado, pensando que yo estaba cabreada o que había pasado algo. Le doy una explicación rápida, omitiendo muchísimas cosas, y él se ríe.

—Así que sólo estabas con resaca— la burla tiñe su voz.

—Así es, bebí de más— cruzo las piernas sobre el sofá y lo observo con una sonrisa—. ¿Cómo estuvo tu fin de semana?

—Vi a una chica con la que estoy intentando que funcione y almorcé con mi familia.

—Eso es genial, Liam — le digo.

Al menos a él parece que le van bien las cosas en el ámbito amoroso. A mí, en cambio, se me quedó la cara de payaso cuando Killian dijo que nada sería igual luego de follar en su cama y lo primero que hizo fue deshacerse de mí tras ver a la tal Diana.

En fin, la vida amorosa de las actrices porno no es tan glamorosa.

—Eso creo— lo escucho suspirar lentamente y mirarme—. Oye, Isla, yo...

Mi teléfono suena, interrumpiendo lo que sea que fuera a decir.

—Dame un segundo— cuando observo la pantalla, me tenso. Es Killian. Corto la llamada y apago el móvil porque no tengo ganas de escucharlo. Aún estoy resentida por lo del domingo. Estamos a martes. Ayer me he quedado en la casa, con cólicos y mi lunes terminó con la visita de mi menstruación. Así que tuve que hablarle a Peter y decirle que no trabajaría esta semana. Aunque hay métodos para evitar que se note la sangre en las filmaciones- como el uso de discos menstruales o esponjas-, me parece algo asqueroso e innecesario.

Además, secretamente, creo que temo hacerle un amarre a algún otro actor que meta su pene en mí en esa etapa del ciclo.

—¿No vas a atender?

—No —suspiro—. ¿Qué me estabas diciendo?

—Luis y yo pensábamos que sería buena idea comenzar a estudiar los tres, para los exámenes. ¿Qué opinas?

—Claro, me parece genial.

—Podríamos quedar en mi casa, si te parece o en el café que está pasando la universidad.

—Claro, me parece genial— repito, como autómata.

—Casi lo olvido, el viernes pasado me llamaron de la dirección de la universidad, me han dicho que Emerst tenía tres denuncias por acoso hecha por otras dos estudiantes y una profesora, así que están hablando sobre echarlo o, al menos, sancionarlo— me dice—. Al parecer estuvieron revolviendo un poco el papeleo y encontraron eso — y luego, pausa—. Supongo que tienen que hacer algunos papeles y que quede asentado que lo disciplinando por eso.

—¿En serio? —suspiro, sorprendida—. Eso es bueno, creo. Al menos no joderá más alumnas.

—Tendremos que ir mañana a firmar el acta, como que tú estás notificada de que le han dado una patada al tipo—sigue —. La secretaria del Decano, Paula, me dijo que ya con esto tendría que bastar.

—Bien, genial — al menos, es un problema menos.

—Oh, mierda. Mira la hora que es—Liam frunce el ceño al prender la pantalla de su teléfono—. Debo irme, Isla. Olvidé que mi hermana tomó algunos días de licencia y debía buscarla en la terminal.

—Oh, Cristo—me río—. Tu hermana va a cabrearse—me burlo mientras bajamos. Lo despido rápidamente y me rio un poco al verlo correr a su auto por temor a la ira de su melliza.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora