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DIECISEIS

Killian me da una mirada breve antes de responder a la pregunta.

¿Qué demonios hacemos en un orfanato?

—Aquí me crie— murmura. Antes de dejarme procesar lo que dice o poder preguntarle algo, da unos cuantos pasos mientras que yo parezco atorada en mi lugar. Al notar que no lo sigo, se gira y me da una breve sonrisa—. ¿Vienes?

Me apresuro a dar unas cuantas zancadas que me ponen a su altura y, aún un poco anonadada, no dejo de observar el edificio gris frente a nosotros. En las escaleras de entrada, se asoma una mujer regordeta, con un vestido color uva por debajo de las rodillas, que observa a Killian con una sonrisa. Ella baja los peldaños a la vez que nosotros nos acercamos y para cuando estamos frente a frente, arroja sus brazos alrededor de Killian y lo abraza.

—Hace tiempo no te vemos por aquí— dice la mujer—. Hola, me llamo Susan—cuando voy a extender mi mano, ella me abraza al igual que con Killian.

Admito que me toma por sorpresa.

—Me llamo Isla.

—Bonito nombre, chica—ella se aleja de mí y mira con una enorme sonrisa a Killian—. Los niños han estado preguntando por ti, el fin de semana pasado no viniste.

—Estaba ocupado, no pude hacerlo.

Recuerdo que el último fin de semana Killian lo pasó conmigo luego de que yo olvidara mi bolso y mis llaves en el auto de Evan.

—No importa—la mujer sonríe nuevamente—. Vamos dentro, los chicos están jugando en el patio.

Killian agarra mi mano, sin mucha fuerza y creo que él teme que me quiera ir, pero no tiene por qué preocuparse. La curiosidad de saber cosas sobre él, sobre su historia, su pasado... es más fuerte que yo.

—¿Todo bien?— él me observa unos segundos luego de que Susan se adelante unos cuantos pasos.

Le doy una sonrisa leve

—¿Aquí creciste?

Él asiente. Me da una sonrisa nerviosa.

—Luces perturbada, Isla.

—Sólo estoy sorprendida. Sorprendida para bien— aclaro, antes de que él pueda pensar otra cosa.

—¿Van a venir o no? — Susan nos mira con los brazos en jarra desde los peldaños y tiro del brazo de Killian antes de que la mujer se encabrite.

Cuando entramos, veo una estancia amplia, de colores claros. El interior no parece tan tétrico como lo es afuera. Incluso es bonito. Ella camina hacia una puerta y la seguimos. Puedo escuchar risas y gritos infantiles desde aquí y comienzo a ponerme nerviosa. Nunca he tenido mucho tacto con los niños. No sé qué tan bien pueda llevarme con... De hecho, lo sé: soy un desastre con ellos.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora