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Lunes, te odio. Me despierto mucho antes de que la alarma suene, pero ni siquiera hago el intento de moverme, porque estoy mareada como el demonio. Además, me duele el abdomen, como cuando estoy por menstruar. ¿Es normal? Liz dijo que podía tener algunas molestias pero no lo sé.

Killian se remueve cuando su teléfono finalmente suena y salgo de su cama, quejándome. Siento el estómago un poco revuelto y bufo, por no poder tomar nada para aliviar la sensación de náuseas. No puedo tomar medicamentos estando embarazada, además de que no puedo dejar de pensar en mi problema con la universidad, Emerst y mi hermano. Todo el estrés me está haciendo mal.

Ayer estaba tan feliz comiendo helado y ahora sólo quisiera algo que calme la acidez en mi estómago. Se siente como la resaca, pero es incluso peor, porque ni siquiera disfruté de una borrachera. Sólo estoy embarazada.

Me doy una ducha y puedo escuchar a Killian desde aquí, pero mantengo mis ojos cerrados, bajo el agua caliente para intentar salir del malestar. Luego, me pongo un jean y una camisa de botones y zapatillas. Cuando termino de cambiarme, voy a la cocina y Killian me ve con el ceño fruncido al ni siquiera emitir una palabra. Es que siento que si abro la boca, vomitaré.

—¿Cómo te sientes?

—quiero morirme— murmuro. Él se para detrás de mí y apoyo mi cabeza contra su pecho mientras él pasa sus pulgares sin mucha fuerza por mi estómago y luego sus manos masajean mis hombros. Sin embargo, lejos de ayudarme a relajar, me pongo peor.

—¿Qué ocurre?

—tengo náuseas— digo— y no puedo tomar nada, ni siquiera un ibuprofeno.

—¿Quieres que vayamos al médico? — niego lentamente, soltando un suspiro— tal vez puedan darte algún inyectable o algo que sí puedas tomar.

—se supone que son normales, se me pasarán— digo, carraspeando— además, necesito resolver cosas. Tengo que hablar con Peter y luego ver qué hago con mi vida. Cuando pueda solucionar eso, voy a estar más tranquila.

—Está bien, yo... puedo dejarte ahí e irme, tengo que hablar con Dangelo—me dice. Ismael Dangelo es el abogado que se va a encargar de todo el asunto de la universidad, al que vimos el jueves pasado— él se aleja de mí— ¿Te parece?

—está bien.

—¿Qué te pasa? —Killian agarra mi mano por encima de la mesa cuando hago una mueca.

—tengo náuseas, Killian, nada de otro mundo—suspiro, molesta por sentirme así.

Salgo de la cocina y me meto en el baño, me mojo la cara y la nuca y me froto el rostro, soltando un gemido por sentirme como la mierda. Siento el ácido subir por mi garganta y tengo que girarme rápidamente al inodoro para soltar el vómito. Finalmente.

Asco.

—¿Isla, estás bien? —Otra arcada me invade y no puedo responderle. Killian abre la puerta y rápidamente está a mi lado—tranquila, está bien—me saca el cabello de la cara y pone su mano en mi espalda—¿Quieres que vayamos al médico? —niego—te traeré agua, ¿Bien?

Me paro, poniendo bastante voluntad en ello y tiro agua para que el vómito se vaya. Dios, qué asco. Me lavo la boca y los dientes sin siquiera mirar mi reflejo. Salgo del baño. Creo que haberlo soltado finalmente, me alivia de algún modo.

—gracias—me cruzo con Killian, que me da un vaso con agua. Está fría y aplaca la quemazón del ácido en mi garganta.

—¿Por qué no pasamos por el médico para que te de algo para las náuseas, Isla?

—son normales, Killian. Necesito ir a hablar con Peter— le digo, terca— son más nerviosas que por el embarazo, en serio— insisto al ver que él no luce muy convencido— se me pasarán cuando hable con él.

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora