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VEINTINUEVE

Killian

La diferencia de altura que tengo con Isla casi me hace reír. Ella apenas logra llegar a mi hombro con la barbilla alzada. Al menos cuando estamos en Fetish, usa tacos y, pero en el día a día que estamos compartiendo, parece una pulga a mi lado.

—No vamos a follar aquí—sus ojos y los míos se cruzan en el espejo cuando la separo de la pared contra la que la puse hace unos minutos. Ella, sin embargo, no acompaña sus palabras alejándose, porque su culo se pega a mi pelvis de manera provocadora.

—¿No?—la burla en mi voz es clara—. Yo te veo bastante predispuesta, bonita.

Isla me mira con un brillo desafiante en sus ojos y no puedo evitar el calor subiendo por mi pecho. Ese calor que me aterra. Mis sentimientos por Isla son tan intensos que me dan un poco de miedo. Sobre todo por cómo se están dando las cosas entre nosotros. Se siente como estar en una montaña rusa a toda velocidad. A pesar de que es algo seguro, el vértigo que produce estar haciéndolo me inquieta y, por mucho que sé que Isla no me haría daño,

Ella se gira, encarándome con algo de reproche.

—No vas a follarme aquí, Killian— la firmeza en su voz me hace dudar un poco de que ella realmente quiera follar, pero cuando su cuerpo se mantiene pegado al mío, sin alejarse ni un centímetro, lo confirmo.

Se está haciendo la difícil. Chica traviesa.

—Yo creo que sí—bajo mi cabeza, dejándole un beso en el cuello. Sonrío al sentir un gruñido bajo salir de su garganta, porque me satisface saber que causo en ella las mismas reacciones que causa en mí.

—No, vas a follarme en tu cama, no aquí—ella sube sus ojos hasta los míos y me sostiene la mirada—. Me recuerda al estudio, con máquinas y esas cosas y no quiero follar con ese Killian—me quedo un poco duro al escucharla, porque no lo había pensado de este modo.

—Siempre follas conmigo—le digo, sosteniendo su rostro con mi mano.

—Eso no es cierto—Isla bufa, frustrada—, lo que quiero decir es que...— continúa, al ver que la miro un poco confundido—. No es lo mismo, no se siente igual. Frente a las cámaras eres un idiota prepotentes y en privado lo disimulas más— pone sus brazos alrededor de mi cuello y me da una sonrisa pícara, tras decir eso.

—Somos la misma persona, preciosa.

—No, Killian... yo... —finalmente, creo entender a lo que se refiere—. ¿Cuántas veces dejaste que te toque frente a una cámara? ¿Eso se siente íntimo para ti? No es igual para mí— dice—, aunque en ambos modos logres excitarme y volverme loca, mi Killian favorito es el que dejas ver cuando estamos solos, fuera del set.

—Tienes razón, no es lo mismo—murmuro.

—Y no quiero eso, no quiero a ese Killian—dice. Sus ojos están un poco vidriosos y parece a punto de romper a llorar. Es algo tan repentino que me descoloca—. Quisiera que estemos como en la playa, sin restricciones, sin... sin todo eso del amo, las manos atadas, los límites...

Fuera del set #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora