Capítulo 7 "Como ese paisaje"

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Regresé a casa y me dispuse a hacer la maleta. Dentro de poco saldríamos y el solo pensar que cada vez quedaba menos para verle, hizo que me olvidara del encuentro tenido hacía apenas unos minutos.

Abrí el armario y empecé a descolgar casi todas las camisetas que había en los percheros. A ellas se les sumaron dos pantalones, ropa interior, el neceser, dos pares de calzado y una chaqueta por si el frío decidía hacer de las suyas, ya que a finales de Noviembre no era de extrañar que lo hiciera.

Después de varios intentos fracasados por hacer que la cremallera llegase hasta el otro extremo, conseguí hacer que esta cerrara.

Era cierto que no nos íbamos ni para una semana, ni para un mes, que tan solo estaríamos allí dos días, pero a mí me gustaba echar vestuario de más porque una nunca sabe lo que puede pasar y como bien dice el dicho: “Más vale que sobre a que falte.”

Dejé todo recogido, cogí todas mis cosas y salí. Mis padres ya estaban esperando para cerrar la puerta.

Metimos todo en el maletero del coche al llegar al garaje y me senté en el asiento trasero, más concretamente en el lado izquierdo. Siempre me sentaba ahí, es una de las muchas manías que tengo.

Esperé a que arrancase y cuando ya estuvimos fuera, pulsé el botón que había a mi izquierda para permitir que el cristal de la ventanilla se deslizara hacia abajo lentamente.

Pude sentir el aire que entraba con fuerza a través de ella despeinarme, mientras yo me dedicaba a observar cada detalle de aquel paisaje que íbamos dejando poco a poco atrás. Lo había visto millones de veces, pero cada vez era distinta a todas las demás, cada vez parecía mostrar algo nuevo que hacía que me quedara embelesada mirándolo.

Entonces pensé en él, en Hugo, y sonreí al saber que él bien podía asemejarse a ese paisaje, a ese que nunca te cansarías de mirar.

Suspiré a la vez que sacaba los auriculares del bolsillo de mi pantalón y los insertaba con delicadeza dentro de mi oído. Rápidamente empezaron a sonar Hoy de David Bisbal, Planet Earth de Barrie Gledden y Save tonight de Gareth Jhonson, entre otras.

No solían gustarme las canciones en inglés, porque no podía cantarlas tan bien como las otras o porque tenía que traducirlas si quería enterarme de lo que decía la letra, pero de esas dos me enamoré nada más escucharlas porque conseguían transportarme a otro lugar lejos de allí, me hacían desaparecer por un momento.

A través del cristal delantero, pude ver el cartel de “Bienvenidos” a pocos metros de nosotros y deduje que habíamos llegado.

Mi madre aparcó el coche al lado de la casa para que pudiésemos bajar el equipaje, así que me quité el cinturón de seguridad y salí, pero estaba todavía cerrando la puerta cuando una voz a mis espaldas hizo que me sobresaltara…Para bien.

No te olvido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora