Corrí por toda la ciudad en dirección a mi casa. Ese era el único lugar en el que no podría encontrar ni ver a nadie.
Saqué las llaves del bolsillo del chaquetón y abrí la puerta del portal. Por suerte, Fran hacía ya más de media hora que había terminado su jornada y no había tenido que darle explicaciones, que sería lo que me hubiera pedido de haberme visto en ese estado.
Mis piernas flaqueaban, pero subí las escaleras que llevaban hasta el ascensor sin parar. Abrí la puerta de mi casa al llegar a la última planta de aquel edificio compuesto por tres bloques, y me fui directa a mi habitación.
Me tiré en la cama y hundí mi cabeza en la almohada.
No podía parar de llorar, de recordarle, de oír su voz, de ver su rostro. Me estaba volviendo loca y, de hecho, ya lo estaba, estaba loca por Hugo, y que él se hubiera ido no cambiaba nada de lo que yo seguía sintiendo, porque no se puede olvidar a alguien de la noche a la mañana. Pero, ¿quería yo olvidarme de él?
Encendí el portátil y abrí sesión en Spotify. La música era la única que podría ayudarme, la única capaz de entender por lo que estaba pasando, la única que podía expresar lo que sentía en ese momento.
Fue como morir, de nuevo sin ti, ya tu ausencia me está lastimando, cómo duele, mi vida, sin ti no hay rumbo. Dibujo en tu recuerdo una canción de amor, con los pocos pedazos de este corazón, y me mantengo a la espera de verte llegar, pensando en otras cosas para no llorar. Tengo claro que no volverás, pero mi corazón dice que sí.
Nadie como tú para hacerme reír, nadie como tú sabe tanto de mí, nadie como tú es capaz de compartir mis penas, mi tristeza, mis ganas de vivir. Nadie como tú me da su protección, me ayuda a caminar, me aparta del dolor. Ya son más de veinte años de momentos congelados en recuerdos que jamás se olvidarán.
Recordé, sin querer, como era el tacto de tu piel y, sin duda, aún te llevo en vena. Añoro escuchar tu voz, derrotado y ganador, fue lo mejor. Duele, intenso, tanto que te has quedado a vivir en mi pensamiento.
Sin pensar, sin hablar, el destino no quiso avisar, ahora sí, ya lo sé, que la vida igual que viene, se va. Y no sé cómo salir de este infierno, su recuerdo se quedó en mis adentros, me duele el sabor de esta herida, necesito tenerlo junto a mí.
Aunque el mundo cae en pedazos, yo mantengo un sueño intacto, vivo y frágil, que sólo pertenece a ti, siempre fuiste para mí incomparable. Hoy nos sentimos más frágiles regresando a nuestro ayer.
Cómo fue que se marchó sin darme cuenta, cómo fue que me dejó promesas sueltas. Me creí mejor con él, me hizo ser la que soñé y, en un segundo, se acabó. Y ahora vuelvo a ser quien era ayer, nadie, solo alguien del revés.
Y te diré que quiero que vuelvas, a ver cómo te explico yo que vuelvas, a celebrar la vida, a derribar las puertas, que quiero que vuelvas.
Pienso en todas esas cosas que un día me contabas, y ahora ya no están. Siento que tú eras diferente al resto de la gente y me pongo a suspirar.
En qué estrella estará, mi dulce corazón, porque me roba la vida, la razón. Dime quién vendrá a ocupar su lugar porque mis sueños se rompen de golpe. Quiero irme con él.
Pero me equivoqué, me equivoqué al pensar que DCS, La Oreja de Van Gogh, Melocos, Tatishé, Marco Mengoni, Sweet California, Funambulista, Nada que decir o El Sueño de Morfeo, podrían hacer que dejara de recordarle, porque pasó todo lo contrario.
Millones de imágenes desfilaban en mi cabeza, como flashes que te vienen de repente si tienes un golpe de suerte tras haber perdido la memoria y te hacen volver a recordar, querer revivir esos momentos una y otra vez, porque sabía que era la única manera de estar con él.
Me sequé las lágrimas con uno de los pocos pañuelos que quedaban sin usar mientras me repetía que debía de ser fuerte, por él. Pero, ¿cómo ser fuerte con alguien que es tu debilidad?
Me levanté de la cama y me dirigí al escritorio.
No pude decirle nada en el cementerio, pero se lo diría ahora, entre líneas. Le escribiría una carta.
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No te olvido.
Fiksi RemajaÉl, el chico más vacilón, egocéntrico, orgulloso y pijo de todo el instituto. Una sonrisa bonita, un guiño inocente, un susurro al oído, un chiste malo, y ya tiene a cualquier chica rendida a sus pies. Cualquier persona en su sano juicio se hubiera...