Capítulo 20 "Recuerdos"

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Había pasado ya media hora y yo seguía con mis ojos posados en él.

No era la primera vez que lo veía en aquella situación, tumbado en una camilla después de haber sufrido un mareo, y mi mente se encargó de hacer que lo recordara porque sería algo que nunca olvidaría, no por lo que pasó, sino por las palabras que me dijo…

Era una tarde calurosa de verano y yo estaba en las gradas contemplando a Hugo jugar uno de sus muchos partidos. Esa vez no iba acompañada de Lucía, sino de mis padres, con los que también se encontraban los de él.

Todo iba perfecto, se adelantaron en los primeros minutos y la victoria parecía estar cantada, pero justo cuando nadie estaba preparado, en el momento más inesperado, pasó. Pasó que Hugo se derrumbó dejando caer su cuerpo sobre el césped de aquel estadio.

Rápidamente, al igual que había pasado hacía apenas unas horas, todos saltaron al campo a ver qué había ocurrido y a comprobar el estado de él. Pero Hugo esa vez no abrió los ojos, seguía inconsciente y ninguno sabíamos por qué ni cómo había ocurrido, ya que nunca antes le había pasado.

El entrenador llamó a una ambulancia y en menos de cinco minutos, cuatro personas con uniformes en los cuales se podía ver grabada una cruz roja, subieron a Hugo a una camilla para sacarlo del terreno de juego y llevarlo dentro del vehículo.

Yo quise subirme también con él, pero sólo se permitía el acceso a dos personas, y lógicamente fueron sus padres los que le acompañaron a lo largo de todo el trayecto hacia el hospital.

No me hizo falta mucha insistencia para que los míos cogieran el coche y salieran disparados también hacia aquella clínica, en la que ahora se encontraba no sólo mi amor platónico desde que era pequeña, sino el chico que se había convertido en la persona más importante de toda mi vida.

Respiraba entrecortadamente cuando llegué a las puertas correderas que se deslizaban automáticamente permitiendo el paso a cualquier persona captada por el sensor. No había tenido más miedo en toda mi vida, y sabía que ese miedo no tardaría mucho en salir de mi interior si no me decían pronto que Hugo estaba bien.

Tuve que esperar a mis padres, ya que a mí no me querían decir la habitación en la que se encontraba, pero cuando la chica de detrás del mostrador dijo el número, no tardé en salir corriendo hacia allí.

Ni siquiera me planteé coger el ascensor y subí las escaleras lo más rápido que pude. 

Al llegar al pasillo que daba a las múltiples habitaciones que en esa planta se encontraban, busqué por todas las paredes la placa que pusiera “112”, y no tardé mucho en dar con ella, pues pude ver a Ángeles y a su marido hablando con una enfermera fuera, al lado de la puerta de la habitación.

 

No te olvido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora