Capítulo 36 "El último aliento"

124 8 2
                                    

Los segundos pasaban cada vez más y más despacio y yo estaba empezando a ponerme cada vez más y más nerviosa.

Miré el reloj. Habían pasado más de cinco minutos desde que se fueron y aún no habían regresado.

“¿Y si les había pasado algo? No, eso era imposible. Hugo nunca dejaría que nada malo le pasara, me lo juró, y él siempre cumplía sus promesas.”

El ruido de varias sirenas comenzó a escucharse desde la parte baja del pueblo.

- ¿Qué ha sido eso? – Preguntó Paula.

- Una ambulancia. - Respondí segura de lo que acababa de decir.

Sabía perfectamente que se trataba de eso, pues ya había oído ese sonido en otras ocasiones.

Las tres nos miramos, nos pusimos de pie y comenzamos a bajar la carretera. Mis pies andaban deprisa mientras por mi mente no dejaban de aparecer posibles razones por las que una ambulancia estuviera allí a las dos de la madrugada.

“Posiblemente se trate de alguna persona mayor, que se ha puesto enferma y necesita ser trasladada” - Intentaba convencerme a mí misma mientras seguía bajando esa cuesta que parecía interminable, como si no quisiese que descubriera lo que había pasado.

Paramos cuando llegamos a la última curva, la que se encontraba casi a la salida del pueblo. Un cordón policial impedía el paso. Hombres y mujeres con uniformes fluorescentes entraban y salían de la ambulancia constantemente, mientras varios policías trataban de averiguar lo que había ocurrido.

- ¿Qué ha pasado? – Le pregunté a uno de los hombres con gorra y pistola que pasaba cerca del cordón.

- Un accidente. – Respondió sin ni siquiera mirarme y sin dejar de caminar.

El nombre de Hugo hizo aparición en mi cabeza, como un telón que se abre dando comienzo a la función más esperada del año, y aquella función lamentablemente ya había comenzado.

Vi la moto que segundos antes había contemplado alejarse del parque tirada en la carretera y sentí un impulso por encontrarle, por abrazarle, por ver su sonrisa, por sentir su respiración cerca de la mía.

Paula y Carmen pasaron por debajo del cordón y se dirigieron hasta donde se encontraba Pablo. Estaba sentado en una piedra, una enfermera le curaba los rasguños que tenía mientras un policía parecía hacerle preguntas a la vez que apuntaba algo en su libreta.

Miré hacia todos lados buscándole a él, y entonces lo vi. Estaba tumbado sobre el asfalto y rodeado de sanitarios que intentaban hacer algo que resultaba ya imposible.

Me deslicé por debajo de la cinta policial, pero el mismo tipo al que le había preguntado antes, me retuvo.

- ¡Suéltame! ¡Déjame pasar! – Grité moviendo los brazos y las piernas para que ese policía me soltara.

- Tú no puedes estar aquí, jovencita.

- Que me dejes, que me sueltes, joder. ¡Que es mi hermano!

Conseguí librarme de él y corrí hasta el lugar en el que se encontraba el chico más importante de mi vida.

Me quedé parada, detrás del círculo de médicos. La cabeza de Hugo reposaba sobre un charco de sangre, tenía los ojos cerrados y sobre su torso desnudo no dejaban de emitir descargas eléctricas intentando que su corazón volviera a latir, intentando encontrar una mínima señal de que había pulso en el cuerpo de ese joven que yacía inerte sobre el asfalto.

No te olvido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora