Capítulo 33 "H, de Héroe"

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Las agujas del reloj seguían girando haciendo que los minutos pasasen y el chico continuaba mirándome tan fijamente como al principio.

Giré mi cara hacia él para comprobar si lo conocía de algo, pero no, no lo había visto en mi vida. Tendría unos veinticinco años y sería alguno de esos típicos salidos que lo único que quieren es llevarte al huerto, por lo que decidí marcharme de allí, pero no me dio tiempo a dar dos pasos seguidos cuando sentí una mano apretándome el brazo con fuerza.

- ¿A dónde vas, preciosa?

Me di la vuelta y pude ver al tipo mirándome otra vez, pero en esta ocasión más cerca.

- A donde a ti no te importa. – Dije liberándome del apretón.

Seguí caminando, pero él se situó delante de mí para que no pudiera avanzar.

- ¿Esas son formas de tratar a una persona que quiere hablar contigo? – Dijo acercándose cada vez más a mí.

- Sí, si las ganas de hablar no son mutuas. – Dije girando mi cara para huir de ese aliento que apestaba a alcohol.

Él comenzó a subir su mano por mis piernas y el miedo empezó a apoderarse de mí. Sentí sus dedos posicionarse en mi trasero y yo no sabía qué hacer.

Podía gritar y seguramente alguien me escucharía, pero no tenía fuerzas para eso, el miedo seguía subiendo por mi cuerpo al igual que las manos de ese tipo, el cual ahora sabía que estaba ebrio, estaban a punto de tocar mi espalda mientras su boca seguía cada vez más cerca de mi cuello.

“Por favor, que alguien me ayude, por favor” - Pensé como si así pudiera alejar a ese borracho de mi lado.

- ¡Eh, tú! Deja de tocarle. - Alguien le dio un manotazo al brazo del tipo y éste dejó de acariciarme.

Se trataba de él, de Hugo. ¿Habría leído mis pensamientos? No lo sé, pero se había convertido en mi salvación.

- ¿Y quién eres tú para decirme lo que tengo que hacer y lo que no? – Dijo el tipo encarándose a Hugo.

- El chico que te va a partir la cara como no la dejes en paz.

La mano del chico borracho comenzó a tocar otra vez mi brazo, provocando a Hugo.

- ¿Estás sordo o qué? Te he dicho que no la toques.

- Y si no dejo de hacerlo, ¿qué? ¿Vas a pegarme?

Noté la furia y la rabia de Hugo acumularse en su cuerpo cuando vi cómo sus puños se cerraban y se le tensaban todos los músculos, dejando visibles las venas de sus manos.

Me miró y yo negué con la cabeza, pero en cuanto vio cómo una lágrima caía al suelo, no se lo pensó dos veces y le propinó un puñetazo al tipo a la altura de la nariz haciendo que se tambaleara. Éste se llevó la mano a la parte del cuerpo golpeada y pudo comprobar que estaba sangrando.

- Mamón de mierda.

Tampoco se lo pensó más de una vez y contraatacó dándole otro puñetazo a ese chico de catorce años, haciendo que un pequeño hilo rojo de sangre emanase de su labio inferior.

Hugo se cayó al suelo, pero antes de que ese salido pudiera volver a reaccionar, se incorporó y le metió una patada en el abdomen haciendo que ahora fuese él quien se encontrara tumbado. Se puso encima de él y comenzó a pegarle puñetazos en la cara, con una mano, con la otra, dispuesto a no parar, dispuesto a quitarle las ganas de no volver a acercarse a una chica nunca más.

Pero no pudo seguir, porque el portero de la discoteca le sujetó por los brazos obligándole a quitarse de encima.

- Suéltame, que voy a reventar a ese hijo de puta. – Dijo Hugo zarandeándose para intentar librarse de los brazos que le retenían.

Todas las personas se dirigieron allí a contemplar la escena. Pablo, al que no habíamos visto cuando entramos a la discoteca, sujetó a Hugo llevándoselo hacia fuera mientras el portero iba a donde se encontraba ese cabrón, que ahora sangraba por todos lados.

Yo seguía en aquella zona, intentando asimilar todo lo que acababa de pasar.

No tardé en salir corriendo de allí, a la vez que más lágrimas se agolpaban en mi rostro y continuaba respirando de forma entrecortada.

No te olvido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora