La temperatura estaba a altos niveles, no soportaba tanto calor, y el simple hecho de estar recostada en mi cama sin hacer nada más que ver el techo empeoraba las cosas. Mi piel estaba pegajosa de tanto sudar, y ni siquiera en primaveras pasadas se había presenciado una temperatura de este impacto.
Era mi penúltima semana de vacaciones después de haber pasado casi tres meses sin hacer nada, pues tuve suerte de pasar todas mis materias y poder salir de vacaciones tiempo antes de la fecha oficial.Mi celular comenzó a vibrar repetidas veces. Ya me esperaba quien era: Sophia.
—¿Ahora que pasó? —pregunté cuando contesté la llamada.
—Ugh —se quejó—, si a mi también me alegra hablar contigo.
Rodé los ojos.
—Lo siento —reí—, el clima está espantoso, y sabes cuánto detesto el calor, ¡Ni en Educación Física sudo tanto!—Lo sé, sé que estás muriendo. Tal vez si salieras estaríamos hablando de otra cosa.
—Este vecindario es un asco, la única persona que conozco eres tú y para mí gran suerte, estás de vacaciones en quien sabe donde.
—Ya te dije que vuelvo el sábado, tendremos la siguiente semana para estar juntas, pero por lo mientras no estaría mal que salieras tú sola —no respondí a su comentario, tal vez tenía razón y era algo que solía enojarme, pues Sophia siempre estaba en lo correcto—... Debo irme, te llamaré más tarde. Te quiero.
Terminó la llamada y yo seguía en la misma posición, recostada en mi cama viendo hacia la pared, esta vez me quedé pensando en las palabras de Sophia, tenía razón, no podía quedarme prácticamente mueriendo aquí todo el día.
Me acomodé de modo que quedará sentada sobre mi cama, tenía demasiada flojera para levantarme pero está vez si tenía ganas de hacer algo "productivo".
Suspiré y me puse de pie, me acerque a la venta, pues creí haber escuchado algún sonido, este vecindario suele ser muy tranquilo. Podría decirse que yo era una de las pocas personas jóvenes, la mayoría ya eran adultas y por lo tanto el lugar era muy silencio. Ni siquiera Sophia y yo éramos personas escandalosas, las fiestas a las que solíamos ir eran fuera de esta zona, y en lugares muy poco bonitos a los cuales ni de locos nuestros padres nos permitirían ir, pero tampoco tenían que enterarse.Salí de mi habitación, mamá estaba lavando algo de ropa y mi padre seguramente estaría trabajando y llegaría hasta más tarde. Aún dudaba si debía salir, estaba muy apática, pero sé que si me quedó tendría que ayudarle a mamá con las labores de la casa, y era algo de lo cual me estaba hartando.
Saldré, ¿a dónde iré? No lo sé, pero es mejor estar afuera que aquí dentro.Caminé hacia el cuarto de lavado, ahí estaba mamá, agregando detergente a la lavadora.
—Ma —le hablé—, voy a salir a dar una vuelta, ¿está bien?
Cerró la tapa de la lavadora, presionó el botón de inicio y giro a verme.
—¿Vas con alguien? —preguntó tranquila.
Yo negué moviendo mi cabeza de un lado a otro suavemente.
—No, Sophia esta de vacaciones y bueno, quiero aprovechar mi tiempo sola —falso, pero verdad.Mamá asintió con una sonrisa.
—Bien, sólo ten mucho cuidado y no llegues después de las seis, ¿Entendido?—Claro que si —sonreí.
Salí del cuarto y me dirigí a la puerta.
a un lado de esta se encontraba un llavero, tomé mis llaves, y salí de la casa para luego dirigirme hacia la parada de autobús más cercana a mi casa, pues estaba hasta el final de la calle.
No solía usar mucho el camión a menos que fuera al centro comercial o algún lugar algo alejado, la mayor parte del tiempo la pasaba aquí en casa o en lugares cercanos a la zona.El transporte no tardó mucho tiempo en llegar, y para mí suerte venía un poco lleno, pues al ser las últimas semanas de vacaciones la mayoría quería aprovechar su tiempo y hacer mil cosas durante sus últimos días. No los juzgo, aquí estoy yo subiendo a un camión sin tener idea a donde me dirijo. Tal vez cuando se desocupe un asiento lo tome, y permaneceré ahí sentada hasta que el camión termine su ruta y regresaré a casa desde la última estación.
La mayoría de las pasajeras que habían en el área de mujeres venían solas o acompañadas de niños pequeños, y muchas venían además con millones de bolsas llenas de útiles escolares, uniformes, mochilas y quién sabe cuánto más. Otras venían vestidas de manera formal, con sus loncheras en la mano y en la otra el celular, una que otra niña de mi edad o un poco más chicas. Mujeres de la tercera edad en los asientos especiales y otras más de pie esperando a que alguien tenga la amabilidad de ofrecerle un asiento.
Pasó una hora para que el transporte terminará su recorrido. Solamente quedábamos unas cinco personas que bajaron en la última estación, y la única que se dirigió al carril que va en dirección contaría fui yo, tardarían unos minutos en que llegará un autobús vacío listo para comenzar su trayecto, pero sería paciente, pues al menos esta vez ya podré sentarme.
Cuando llegó era de esperarse que sería yo la primer y única pasajera, y fue hasta la siguiente estación que la gente comenzó a abordar.Creo que el trayecto para regresar a casa fue más rápido y corto a pesar de ser la misma ruta.
Al llegar a la parada de mi casa bajé de esta justamente a las cuatro de la tarde y caminé toda la calle hasta llegar a casa. Mientras caminaba llamó mi atención que a una casa antes de la mía había un camión de mudanzas fuera de esta y bajaban muebles bastante bonitos de él camión. Me sorprendió, pues hace años que nadie ocupaba la casa de al lado y me imagino que esto habían sido los ruidos extraños que percibí más temprano. No creí haber visto a los nuevos dueños de la casa, solamente a los hombres que bajaban los muebles y metían las cosas a la casa. Parecía ser una familia un poco pequeña, no lo sabía. Retomé mi camino.—¡He vuelto! —grité desde la puerta.
—¡Que bueno hija! No tardaste mucho, ¿a dónde fuiste? —preguntó mi madre desde su habitación.
Subí a esta para encontrarme con ella. Se encontraba sentada en su cama doblando ropa mientras veía la televisión.
—Solamente viajar en el camión y regresar. Nada especial —sonreí— ¿Y tú?
—Lo de siempre —suspiró—. Andar de aquí para allá por toda la casa.
—¿Viste qué alguien llegó al vecindario? Justamente aquí a un lado —comenté con la intención de distraerla con otro tema que no fuese yo o la casa.
Ella asintió.
—Si lo vi, había mucho escándalo en la mañana pero aún no he visto a la familia.—Ni yo —negué con la cabeza—. Bueno má, iré a mi cuarto a descansar un rato, si quieres que te ayude en algo dime.
Ella solamente sonrió, queriendo decir "gracias" con aquel gesto.
Al llegar a mi habitación me senté en la silla de mi escritorio que estaba cerca de la ventana. Me puse a pensar sobre la nueva familia, ¿cómo serán ellos?, ¿será gente agradable o molesta?
Tenía el presentimiento de que habría un integrante casi de mi misma edad, pero sería terrible que fuera una chica, Sophia llegaba a ser más social que yo y aún no entiendo cómo es que teniendo la oportunidad de cambiarme por alguna amistad mucho mejor que la mía, ella permanece aquí conmigo. Si era una chica mimada con el típico cliché de sentirse superior a los demás y totalmente miserable por esta en un vecindario o un lugar que no era su origen; el tan sólo pensar en eso me hacía despreciar a alguien.
También podría ser una chica agradable y con carisma, pero sinceramente de igual manera sea hombre o mujer iba a ser algo muy incómodo.He mantenido toda mi vida abierta la ventana que da vista hacia la ventana de la otra casa, sin problemas de que algún chismoso esté observando o algo por el estilo, sentía que mi privacidad y cierta parte de mi nd la estaban quitando.
Pero por ahora no podía seguir juzgando y hacerme ideas probablemente falsas, pues ni siquiera he visto a la familia.
No sabemos que pueda suceder.
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BLOOD | Finn Wolfhard×You
FanfictionCuando te vayas, no quiero intentarlo. Y si te quedas conmigo, estaré bien porque tu amor me está molestando. Dime, ¿cómo te volviste tan celestial? Hay algo sobre ti, bebé. No hay nada como la forma en que me elevas. Tienes un corazón del cielo...