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Más tarde mi padre pasó por mi tal y como lo prometió. Llegó muy puntual pues no podía perder mucho tiempo fuera del hospital a pesar de ser jefe de cirugía.
Al llegar estacionó el auto en su lugar de siempre y entramos al hospital. Este hombre con tan sólo sonreír y saludar le permitían el acceso, todo el mundo lo conocía y con todos se llevaba bien, ¿Y cómo no? Todo el día se la vive aquí, este hospital es su hogar más que su propia casa.

Cuando venía más seguido todos me reconocían y también saludaban, muchos me cuidaban y pasaban tiempo conmigo cuando papá estaba ocupado, pero ha pasado tanto tiempo desde ls última vez que vine y me imagino ya nadie me reconoce -tomando en cuenta que ni siquiera luzco como se supone debería lucir, como normalmente me vería-. La oficina de mi padre está en el tercer piso, tomamos el ascensor y si de por si el simple hecho de recorrer la planta baja del hospital era como ser una celebridad que se encuentra con fans en la calle, llegar al tercer piso lo era aún más.

Por todos lados escucho mi nombre -que es mas bien su nombre- llamarlo con un saludo, o a preguntarle algo.

Al llegar a la oficina sentí una paz enorme luego de todos esos alborotos pero tristemente este momento de tranquilidad solo me duraría poco tiempo, yo estaba aquí por un motivo, por una sola razón y por desgracia no era estar más tiempo con mi padre -o al menos no es la principal-. Tan pronto él salga a hacer una crujía o simplemente me encuentre sola me dedicaré a hacer una investigación sobre Ray. Ni siquiera debería hacerlo tomando en cuenta la actitud de Finn, pero no lo hacía por él si no por mi familia, podrían correr peligro por mi culpa y si llego a obtener información sobre él sabré a que me estoy enfrentando.

-¿Estás bien? Te noto rara desde que llegamos -me preguntó preocupado mientras parece estudiar un expediente.

Asentí repetidas veces con intención de dejarle muy en claro que me encontraba completamente bien, aunque claro que no es así.
-Sí, es sólo que... -suspiré- Todo ha cambiado tanto, recordaba este lugar de diferente manera, empezando con que tu ni siquiera tenías esta oficina.

Soltó una risa al oír la última oración, pues era cierto, en ese entonces él era un simple cirujano con mucho talento que el resto no quiera aceptar.

-Tienes razón -sonrió-. Además de que tú estás muy diferente, has cambiado demasiado los últimos seis meses.

Era obvio que él iba a notar aquellos cambios si es que me miraba con más atención. Mientras no pregunté o deduzca que es lo que me ha hecho verme distinta todo está bien.
No quise responder a su comentario, no sabía que decir y si respondía algo no quería alargar la charla y que se volviera algo serio.

-Sabes que puedes hablar conmigo siempre que lo quieras o necesites, ¿Si?

Yo asentí de inmediato.
-Lo sé. Gracias.

Cerró su carpeta y la tomó entre sus manos. Se levantó de su silla y guardo su bolígrafo en el bolsillo de su bata.
-Bien, tengo que entrar a cirugía pero antes debo ver al paciente, ¿Vienes o te quedas aquí?

-Voy detrás tuyo, no creo poder entrar a la cirugía pero te acompaño con el paciente.

Salimos de su oficina, una vez más tomamos el elevador y bajamos hasta el primer piso. Yo simplemente caminaba detrás de él pues en cuento llegamos al piso los internos se acercaron a él y formaron un grupo enfrente mío, eran cinco y todos al rededor de veinticinco a veintiocho años más o menos.

Entramos a la habitación del paciente, decidí quedarme hasta atrás, simplemente los escuchaba hablar y hablar, no entendía nada de lo que decían. Vengo de una familia de cirujanos y gente que ha trabajado en hospitales y parece que soy la única que no quiere dedicarse a eso, estoy totalmente segura de ello aunque no tengo idea sobre a qué me voy a dedicar en realidad.

BLOOD | Finn Wolfhard×YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora