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Me deje caer de golpe en la cama, con mi cabeza colgando en la orilla de la cama haciendo que todo esté al revés y me dé una ligera presión en la cabeza.

—No sé qué usar —dije con preocupación.

Sophia rodó los ojos mientras sacaba ropa de mi armario.
—___, tienes ropa muy genial. Cualquier cosa que uses se te verá bien —dijo cansada, pues llavabamos casi toda la tarde en ver que iba a usar en unas horas.

Me reincorpore y me acerque a Sophia.
—Como sea —dije para meter mis manos en el armario. Tomé una blusa transparente color negra de manga larga y unos jeans negros rotos y mis tenis de siempre.

Me vestí rápido sin importarme que Sophia estuviera ahí, nos teníamos bastante confianza. Cuando termine, la pelirroja comenzó a aplaudir.

—¡Gracias al cielo! —gritó—. Vámonos de aquí, quiero que seamos de las primeras en llegar.

No le contradije. Salimos de mi casa y nos fuimos caminando a casa de Maya. Estaba un tanto alejada de nuestro vecindarios, vivía en el vecindario donde estaban las casas más grandes y costosas.
—¿Le dijiste a Finn? —me preguntó cuando estábamos a una calle de la casa de Maya.

—Ya sabía de la fiesta —respondí—, pero quedamos de vernos ahí.

Sophia sonrió.
—Genial.

Al llegar podíamos escuchar perfectamente que había música dentro de la casa, tocamos el timbre y de inmediato la anfitriona abrió la puerta muy alegre.

—¡___, Sophia! Que gusto me da verlas aquí, entren —saludo entusiasmada. Maya era muy bonita, era rubia y de ojos azules y una persona muy sencilla—. Son de las primeras personas en llegar, pero la fiesta ya comenzó.

[...]

Habían pasado solo treinta minutos desde que habíamos llegado y mínimo habían cien personas dentro de la fiesta.
Sophia estaba sentada en un sofá junto a Jaeden, ambos con un vaso rojo lleno de cerveza. Jack y Wyatt estaban en la primera planta de la casa muy cerca de las escaleras y el baño —especialmente Jack— y mientras tanto yo aún no había visto a Finn.
Estaba en la cocina, sentada en el comedor y le di un trago a mi cerveza. Decidí dejar de preocuparme en sí Finn llegaría o no. Baje del comedor y me dirigí a la piscina, no pensaba meterme en ella, quería sentarme cerca del lugar porque me gustaba el ambiente de las piscinas. Había poca gente dentro y fuera de la alberca, no conocía a nadie que estuviera ahí pero al menos el ambiente era más tranquilo.

No, no podía mantener mis ansias. Yo de verdad quería ver a Finn y algo me decía que estaba dentro de la fiesta, en esta casa.
—Mierda —me quejé al darme cuenta de mi situación.

Me puse de pie y me dirigí a las escaleras para subir a la primera planta, di un pequeños vistazo y él no estaba ahí. Nuevamente baje. Nada, hasta que mire hacia la puerta de la casa, afuera no había casi nadie y sería obvio de que Finn estaría afuera fumando un cigarrillo.

Salí de la fiesta y tal como lo había pensado, ahí estaba, sentado en las escaleras de la entrada.
—Aquí estás —dije sentandome junto a él.

Él me miró y sonrió.
—Estaba a punto de entrar a buscarte —dijo lanzando la colilla del cigarro—, ¿Qué tal está la fiesta? —preguntó.

Alcé los hombros.
—Mi mejor amiga esta con su supuesto novio, y el resto de mis amigos supongo que están sumamente ebrios besándose con alguna desconocida —reí—. Y yo solamente veo al resto del mundo.

Él apretó los labios y me miró fijamente.
—Creo que deberíamos entrar, ¿te parece? —asentí—. Sígueme —tomó mi mano. Entramos a la casa y subimos las escaleras, nos detuvimos en el fondo del pasillo donde no había nadie cerca. Soltó mi mano y nos sentamos en el suelo alfombrado.
—La razón por la que estamos un tanto alejados del resto es porque quiero hablar contigo —dijo en voz baja, apenas podía escucharlo.

Comencé a temblar un poco, me empecé a sentir aún más nerviosa.
—Habla.

Cruce mis piernas y me recargue en la pared.
—Tengo una extraña atracción hacia ti —dijo mirándome, bajo la mirada a mi blusa la cual al ser transparente mostraba mi sostén. Mordió su labio inferior y por alguna razón, eso no me molesto— y me gustaría conocerte más.

Todo lo que estaba pasando el día de hoy parecía ser una película adolescente, ¿cómo es posible que todo esto está pasando en un sólo día? No quería creerlo.
—Mis amigos me dijeron que no eres una persona de relaciones.

Él alzó los hombros.
—Eso es porque la gente se aleja cuando me conocen por completo —respondió—. Por eso mismo quiero que me conozcas y estés segura de tu decisión.

Yo asentí. Estábamos teniendo ese momento en el que él permanecía mirando mis labios por unos segundos largos y después miraba mis ojos, y luego era yo quien miraba sus labios y posterior sus ojos. Quiero que pase, lo tengo en la palma de mi mano. Haré que pase.

Me acerque a él y pegue mis labios con los suyos, de inmediato correspondió, no lo dudo ni un segundo y eso me hizo entender que era algo que estaba deseando tanto como yo. Sus labios se movían a la perfección, con un grandioso ritmo que en segundos me hacía sentir mil cosas. Sus manos fueron a mi cintura, la cual presionaba repetidas veces mientras yo colocaba mis manos en su nuca para acercarlo más a mi. Separó sus labios de los míos y lod dirigió a mi cuello, donde comenzó a dejar besos húmedos haciéndome jadear, en una ocasión mordió mi cuello provocando que soltara un gemido muy leve y discreto. Volvió a juntar nuestros labios y al finalizar nuestro beso mordió mi labio inferior.

—Mierda —dijo en un susurro rozando nuestros labios—. Fue mala idea besarnos mientras tu estás usando esa blusa —bromeó y ambos reímos—. Creo que tus labios son la mejor droga que pude haber probado.

—¿Superó el cigarro? —pregunté levantando una ceja.

—Superó la cocaína —respondió con seriedad. Me miró por completo nuevamente detuvo su mirada en mi blusa y desvío su mirada— ¿Por qué nunca te vistes así? Tienes un cuerpo maravilloso.

Por mi inseguridad a que gente que no eres tú diga todo lo contrario a lo que me acabas de decir, pensé.

—No me he atrevido —respondí—, pero trataré de hacerlo.

—Deberías —nuevamente junto nuestros labios y poco después nos separamos—. Mierda —se quejó— definitivamente no te volveré a besar por el resto de la noche por culpa de esa maldita blusa.

Bendito sea el outfit que decidí usar esta noche.
—Como quieras —dije alejándome de él. Mire la hora en mi celular, eran más de las diez y yo debería estar en casa antes de las once o tendría problemas con mis padres, pues no había pedido permiso—. Creo que debo regresar a casa.
Me puse de pie y él imitó mi acción.
—Debo buscar a Sophia —una misión imposible.

Finn negó.
—Eso no será posible, tomando en cuenta que hace pocos minutos vi a tu amiga pelirroja entrar al baño junto a Jaeden Martell —tal como lo esperaba, se habían tardado—. Te llevaré yo, vamos al mismo lugar.

—¿Seguro que no quieres quedarte?

Él negó.
—Lo único por lo que vine a esta fiesta es por ti, no tiene sentido que me quede. Vámonos.

Salimos de la fiesta esquivando a media escuela, tanta gente en un sólo lugar me irritaba, por lo que salí de la casa solo un poco antes de que Finn lo hiciera.

Ya juntos, comenzamos a caminar hacia nuestro vecindario.

BLOOD | Finn Wolfhard×YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora