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Sophia no me había permitido contarle lo que recién acababa de pasar, pues enloqueció e inmediatamente dijo que iría a mi casa para así poderle contar todo a detalle, y así fue.
En menos de cinco minutos ella ya estaba en mi habitación, sentada en mi cama prestando atención a lo que decía.

—Y finalmente cuando salió de mi casa, se despidió diciéndome: "Nos vemos mañana" —terminaba de contarle y posteriormente me recosté en mi cama al lado de ella. Yo estaba mirando hacia el techo esperando a que Sophia dijera algo.

Luego de unos segundos ella también se recostó en la cama y ahora ambas estábamos mirando hacia el techo, con la mirada puesta en algún punto sin sentido.
—Deberías acercarte más a él —dijo al fin—. Podrías hablarle mañana o tal vez él te hable.
Fruncí el ceño y la miré.
—___, soy tu mejor amiga. Sé que te gusta o por lo menos te atrae.

Yo negué.
—Es lindo, si, pero su físico no es lo que me atrae, hay algo más en él.

Sophia se reincorporó de golpe.
—¡Entonces aceptas que si te atrae! —gritó emocionada.

—No le veo nada de especial, amiga.

—¿Podrías recordarme hace cuanto tiempo que no estás en una relación? —cruzó los brazos. Había una enorme sonrisa en su rostro. Yo negué, no respondería su pregunta— ¡Casi tres años! Y algo dentro de mi me dice que ese chico —señaló con su dedo hacia la ventana de Finn— va a cambiar tu vida.

No quise discutir más el tema. Sophia se quedó a cenar conmigo, pues mis padres llegarían más tarde a causa del trabajo.
La pelirroja terminó yéndose a eso de las diez y media y esta vez dejé que se fuera sola, quería evitar por al menos hoy cualquier acercamiento a Finn, ni siquiera quería acercarme a la venta, pero de igual manera tendría que cerrarla para evitar que el frío y los animales entrarán.

Apuntó de cerrar la ventana eché un rápido vistazo hacia el frente. Las luces estaban encendidas y podía observar su silueta, las cortinas estaban cerradas pero podía ver perfectamente lo que hacía, probablemente estaría poniéndose la pijama. Se estaba colocando una camisa o algo, tenía el pelo más alborotado que de costumbre.
Di un suspiro y al cerrar la ventana esta provocó un sonido bastante fuerte, maldije mi suerte por dentro pues sabría lo que podría pasar en los próximos segundos.

—No tienes porque desquitar tu enojo con ella —escuché su voz—, pobre ventana ¿qué nos espera a nosotros los humanos?

Levanté la mirada y ahí estaba él, con su mirada fijamente en mi y con una sonrisa.
—¿No es tu hora de dormir? —respondí burlona.

Él soltó una risa.
—La verdad hay algo que me mantiene despierto —guiño un ojo.

Respiré profundamente, y pensé que no había nada de malo en tratar de seguirle su juego una vez más, me encantaría ver hasta donde llega esto, si es que de coquetear se trata.

Crucé mis brazos.
—¿Y qué es ese algo? —pregunté recargandome en el marco de la ventana.

De algún mueble que tendría cerca suyo tomó —como de costumbre— un cigarrillo y su encendedor, cuando el fuego apareció, la brisa provocó que se apagará, por lo que tuvo que cubrir con su mano la flama para así poder encender el cigarro. Exhalo el humo aún mirándome.

—No te diré —sostenía con elegancia el objeto.

—¿Cuánto fumas? —pregunté esta vez, mirando su cigarro.

Él alzó los hombros y apretó los labios y nuevamente le dio una calada al cigarro.

—¿Importa? —no respondí— ¿Tú fumas?

BLOOD | Finn Wolfhard×YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora