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Pase el resto del día encerrada en mi habitación. No veía posible poder ir a visitar a Sophia más tarde, a menos que me escapara por la ventana y eso no sucedería, podría matarme.
Detestaba estar en momentos como este con mis padres, cuando se proponen a ignorarme lo hace muy bien, no me prestan nada de atención como si fuera invisible, como si estuvieran solos en esta casa.
Pero también yo era demasiado orgullosa como para disculparme.

No tenía idea de qué hacer. Normalmente los sábados estoy afuera de mi casa desde medio día. Puedo estar con Sophia paseando por algún lado de la ciudad, o en su casa o incluso llega a estar ella en mi casa. Siempre tenía algo que hacer, pero eran pocas las veces en las que me quedaba en casa.

Me acerque al espejo de cuerpo completo que estaba en la esquina de mi habitación y me examine. Apenas había notado que no me había cambiado, seguía con mi pijama y con una terrible cara de sueño y cansancio. Tomaría una ducha, aunque sea solo para arreglarme y quedarme en casa. Tendría que entretenerme con algo.

[...]

Al salir de la ducha busque entre mi ropa lo más sencillo y al maquillarme únicamente levante mis pestañas sin aplicarles nada de maquillaje. Seque mi cabello con la misma toalla.
Me acerque a la ventana con intención de darle un vistazo a la ventana de Finn. Estaba con las cortinas cerradas como siempre, pero con las ventanas abiertas. En la calle no había nadie.
Estaba con los pies descalzos, y al retroceder un paso, mi pie izquierdo empujó algo. Mire hacia abajo y me encontré con una bola de papel la tomé y desdoble esta.

Necesito hablar contigo. Es importante. Nos vemos afuera a las 10:30.
Finn.

No entendía porque teníamos que vernos hasta tarde. Si era algo tan importante de que hablar ¿por qué no lo hacíamos ahora? Finn era raro, jamás dejaré de decir que es alguien misterioso. Lo era, y mucho.

Rompí la hoja en pedacitos y los tire en el bote de basura. Apenas eran las seis de la tarde, el día se me estaba pasando muy lento. Podría bajar ahora mismo y hablar con mis padres y ofrecerles disculpas, pero si iba a salirme de casa a escondidas en la noche no sería buena idea.

Baje a la cocina para comer algo. Ni siquiera había desayunado, no había comido nada en todo el día, y a pesar de que me sentía bien quería evitar que algo pasara. Uno nunca sabe.

No había nadie en la cocina. Me hice un sandwich de jamón y lo acompañe con jugo de naranja. Tenía mucha hambre, y me di cuenta de eso porque el sandwich me lo comí de casi tres mordidas.

—¿Eso es todo lo que comerás? —dijo alguien desde el marco de la puerta. Mi padre.
Levanté la mirada y lo mire. Recogí mi plato y vaso y lo coloque en el lava trastes.
—No entiendo porque te enfadas. Los que deberíamos estar así somos nosotros, no tú —dijo.

—Es mejor que hablemos mañana —dije mientras lavaba mis trastes—, dejemos que las cosas se calmen.

Ya no dijo nada y sólo lo escuché salir de la cocina, dejándome nuevamente sola.

[...]

Ya eran las diez veinticinco. Mis padres se habían ido a dormir y la casa estaba aún más en silencio de lo que ya estuvo toda la tarde.
Hacía poco frío afuera, me puse una sudadera y me asome a mi ventana. Había luz en la casa de Finn, pero nunca escuchaba ni un solo ruido, sólo había luz y con trabajos percibía eso por culpa de las cortinas que opacan todo.

Salgo de mi habitación con pasos ligeros y tratando de hacer el menor ruido posible. El único que tiene el sueño pesado es mi padre, pero la ventaja que tenía era que siempre mantenían la puerta cerrada.
Igualmente las escaleras las baje con cuidado, no muy rápido pero lo difícil venía ahora: abrir la puerta y cerrarla procurando hacer el menor ruido posible. La puerta siempre era lo más difícil.

BLOOD | Finn Wolfhard×YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora