4

2.7K 214 308
                                    

—¡Te lo dije! —me gritó Sophia cuando recién terminé de contarle lo que pasó en la tarde—. Debí haber apostado, ¡Maldición!

Ignore sus comentarios y me recargue en la ventana con la vista hacia el frente, mirando la ventana de la habitación de la casa de al lado.

—No sabemos si en realidad vive en esa casa —decía—, tal vez si en este vecindario pero no necesariamente en esa casa.

Lentamente pude sentir que se acercaba hacia mi, sentí un golpe detrás de mi cabeza por el cual me quejé al instante.

—¿¡Qué te sucede!? —le grité tocando la parte golpeada.

Se cruzó de brazos e igualmente enfoco su mirada en la casa.
—Está vez si apostaremos —comentó con más seriedad—. Me quedaré aquí en tu casa con la única finalidad de esperar a que alguien entre o salga de esa casa.

De inmediato negué moviendo mi cabeza de un lado a otro.
—Sabes que no accedo a las apuestas. Además, ¿qué tal si no sale él? ¿Qué tal si sale otra persona? ¿Cómo sabrás si es familia o no? —me puse de pie—. Además nos veremos muy pervertidas si nos quedamos todo el día observando —traté de justificarme.

Una sonrisa apareció en su rostro, podía significar mil cosas ese gesto.
Nos miramos fijamente, no podía mantenerle la mirada cuando estaba sonriendo y mucho menos con sus ojos azules fijamente en mi mirada.
A veces daba miedo.

—No me iré —dijo para después acostarse en mi cama sin esperar a que le diera una respuesta.

Y no existía fuerza humana que le hiciera cambiar de opinión.

No apostaba con Sophia, pues siempre ganaba y algo dentro de mi sabía que en realidad aquel chico si vivía en esa casa, pero yo no quería aceptarlo y no entendía porque ocurría esto.

Me quedé un rato más mirando la ventana, un ruido que provenía que la parte de afuera me sobresaltó.
Bajé la mirada con cierta discreción, la puerta de la casa se había abierto.

—Sophia —le llamé en voz baja, pero ella ni siquiera me escuchó— ¡Sophia! —tuve que elevar el volumen de mi voz y por fin reaccionó.

—¿Qué? —respondió resoplando. Se sentó en la orilla de la cama.

Le hice una señal con la mano indicándole que se acercará hacia donde yo estaba.
Le señalé lo que recientemente había visto.
La respuesta de la pelirroja únicamente fue su cara de emoción y asombro, ambas nos quedamos viendo la puerta. Nos quedamos unos segundos más mirando hasta que por fin, apareció lo que estuvimos esperando desde hace semanas.
Apareció él, salió de la casa y se dirigió a la banqueta para sentarse en esta.

—Repito, ¡Te lo dije! —esta vez lo dijo entre dientes guardado sus ganas de querer gritarlo a todo el vecindario.

No respondí nada. Me quedé mirándolo, esperando a que hiciera algo, tal vez permanecería ahí sentado sin hacer nada, o tal vez traía sus audífonos, pero no.
Dirigió su mano al bolsillo de sus pantalones negros y de estos saco una cajetilla de cigarros, la abrió y tomó un cilindro que parecía ser completamente blanco, lo colocó ente sus rosados labios y del mismo bolsillo sacó un encendedor con el cuál le dio fuego para poder encender su cigarrillo.
Le dio una calada, la mantuvo por un tiempo y segundos después, exhalo el humo.

—Creo que a ___ le gusta el chico nuevo —bromeó Sophia alejándose un poco de mi.

—No me gusta —me quejé entre dientes— ¿Cómo puede gustarme alguien que tan sólo conozco de vista y que ni siquiera he cruzado palabra?

BLOOD | Finn Wolfhard×YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora