Capítulo 32

22.3K 2.6K 4.1K
                                    

Cita educativa V

Y la noche ha caído

.
.
.

La deslumbrante noche en el parque había caído.

Enormes estrellas iluminaban el camino, la luna cálida le sonreía a cada ser viviente que la veía y un perro escapaba huyendo con un trozo de carne entre la multitud en una feria muy luminosa.

— ¡Eh, tú! —exclamó un vendedor enojado. — ¡Es la tercera vez que me robas una brocheta! —lanzaba gritos molesto, observando como el perro contento movía la cola mientras corría con la brocheta de carne en su hocico.

El vendedor soltó un suspiro cansado, y regresó a su puesto a hacer más brochetas.

Durante la noche, una pequeña feria se robaba el protagonismo del parque de diversiones.
Máscaras, juegos, juguetes, comida, ropa, chucherías.

Incluso había un puesto que vendía artesanías muy bellas.

Las esmeraldas se encontraban maravilladas deteniéndose en cada pequeño puesto a observar lo que había.

Y cierto rubio le seguía a su lado, con una sonrisa sutil observándole de vez en vez.

—Nunca pensé que el acuario fuese tan enorme y variado. —murmuraba Izuku, con sus manos tras su espalda, deteniendo su vista en unos tejidos de lana frente a él.

—Ahora lo sabes. —respondió Katsuki, observando un puesto de algodón de azúcar a su lado contrario.

— ¡Ahhh! —exclamó emocionado. —Incluso hay libros. —dijo maravillado, observando una pequeña librería a unos cuantos puestos más. —No imagine que incluso encontrara algo así aquí, sensei. —añadió, observando hacia su lado en donde esperaba encontrar la presencia de su profesor.

Entonces giró su rostro con rapidez hacia sus lados. — ¿Katsuki-san? —soltó, encontrándose solo entre la multitud. — ¿Katsuki-san? —repitió nuevamente, girando hacia todos lados, sin obtener respuesta visual alguna.

Suspiro preocupado y su mano derecha rápidamente fue a su mentón. — ¿Debería quedarme aquí? ¿O debería ir a algún lugar con vista para así buscarlo?

— ¿Que tanto murmuras? —preguntó el rubio atravesandose rápidamente en su campo visual.

Sus escarlatas le miraban con curiosidad, tenía su ceja alzada y estaba levemente inclinado frente a él para quedar a su altura.

Izuku pegó un sobresalto y rápidamente soltó un suspiro aliviado. — ¡Pensé que nos habíamos perdido entre la multitud! —exclamó.

Katsuki frunció el ceño. — ¿Qué dices? —preguntó. Rápidamente extendió su brazo. —Solo fui por esto, ten. —respondió, entregándole un enorme algodón de azúcar rojo.

Sus esmeraldas rápidamente se iluminaron. — ¡Algodon de azúcar! —exclamó emocionado, cogiendolo de inmediato. — ¡Muchas gracias, no sabe cuánto me gusta el algodon de azúcar! —añadió, llevándose un poco a la boca al instante.

El rubio ceniza sintió un leve calor en su pecho apenas vio al pecoso comer tan alegre aquel algodón. La nostalgia le invadía una vez más. —Lo sé... —murmuró con una sonrisa amarga, observando como éste comía feliz.

Ya habían estado en alguna situación así antes, con sus madres paseándose junto a ellos detrás de ambos como sus guardianes.

Siempre acababan comiendo algodón de azúcar.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora