Capítulo 53

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|Y el recipiente explotó|

Izuku chocó con un árbol, luego se tropezó con una grieta del pavimento en una de las calles.

Además, casi cruza con luz roja.

Estaba totalmente distraído.

Se golpeó rápidamente en las mejillas y movió de manera rápida su cabeza de un lado a otro.

Necesitaba dejar de pensar en Bakugou-sensei por un segundo.

Pero no podía.

Su enorme sonrojo era evidente y su sonrisa era completamente enorme en aquellos instantes.

— ¡Bueeenas tardes, Izuku-kun! —exclamó Atsushi contento, acomodando su chaqueta negra que correspondía a su uniforme de trabajo.

Izuku parpadeó y entonces le observó.

— ¡Atsushi-kun, buenas tardes! —saludó el pecoso sonriente. — ¿Cómo estás? —añadió mientras abría su casillero para guardar su mochila.

El castaño le miró sonriente pero con notables ojeras. —Ahh... Exhausto. —susurró a su lado, abriendo su casillero. —Se acercan los exámenes de ingreso para la universidad, estoy agotado. —respondió con una sonrisa llena de cansancio.

—Oh, es cierto. —murmuró Izuku al instante. —Pero tú me has dicho que has tenido calificaciones perfectas, Atsushi-kun. —añadió sonriente. — ¡Te irá bien, confía en tus conocimientos! —exclamó contento.

— ¿Tú lo crees? —preguntó preocupado. Entonces soltó un suspiro. —Tengo problemas con matemáticas... Nuestro profesor ya lleva más de tres meses con licencia. —murmuró. Entonces frunció su ceño. — ¡He visto videos, leído libros y ejercitado como nunca, pero siempre hay un maldito ejercicio que me jode la vida y entonces no logro—

—Yo, par de mocosos.

Un pelirrojo sacudió ambas cabelleras con brutalidad entre sus dedos.

Entonces envolvió entre sus brazos con fuerza a Atsushi.

— ¿Escuché bien? —inquirió amenazante. —No sé si mis oídos están mal, pero acabo de escuchar salir de tu boca un maldito.

El rostro de Atsushi subió a todos los colores posibles debido a la falta de aire. —E-e-escuchaste mal, Akiyama-san. —respondió con dificultad.

Akiyama le soltó de inmediato. —Hm, muy bien. —dijo con sus manos sobre sus caderas. — ¿Qué tal la escuela? —preguntó observando a ambos muchachos.

Izuku alzó su mirada al instante, sonriente. — ¡Buenas tardes, Akiyama-san! —exclamó. —Muy bien. —respondió mientras se sentaba en una banca para cambiarse sus zapatos. — ¿Y usted?

El pelirrojo sonrió al instante. — ¿Ah, sí? —preguntó sentándose a su lado. —Sabes, el jefe te trajo un regalo. —añadió.

Izuku le miró y entonces se señaló a sí mismo. — ¿A mí?

—Como escuchaste mocoso, ten. —respondió el mayor, entregándole un par de patines.

— ¡Ahhh! —chilló emocionado, notando hermosos patines rojos y relucientes.

El castaño se sentó a su lado. —Dijo que sería más alegre verte atendiendo a los clientes así, y que así podrías divertirte un poco.

Izuku le miró al instante. —Pero yo me divierto mucho aquí. —respondió preocupado.

El pelirrojo clavó sus azulinos sobre él. —Pero que mierdecilla más mentirosa.

— ¡Akiyama-san, no le digas así! —exclamó Atsushi. —No es eso, Izuku, lo que sucede es—

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora