Capítulo 18

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|Sangre|

— ¡CONMIGO NADIE SE METE JODIDA MIERDA, MUERE! —exclamó pegándole en la cabeza con el bate, sintiendo como leves gotas de sangre chocaban contra su mejilla y nariz.

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El golpe de aquella cabeza contra el suelo húmedo fue el único sonido que se logró escuchar en ese instante.

No demoró en soltar un agónico quejido e intentar levantarse, con mareos y obvios motivos de huida.
Abrió sus ojos carmín con esfuerzo, y lo único que pudo divisar con dificultad fue la enorme, furica e impotente figura de Katsuki Bakugou frente a él.
Aún tenía el bate cubierto con su propia sangre entre sus manos.

Shigaraki notó sus ojos llenos de odio, además de observar su mandíbula extremadamente tensa por el constante crujido de sus dientes.

Por primera vez, se sintió amenazado.

Se levantó con dificultad y avanzó con estupidez hacia él sin siquiera pensar, ya que el reciente golpe no se lo permitía.
No demoró mucho en sentir un fuerte agarre en contra su cuello.

Katsuki no lo dudó un segundo y apenas estuvo cerca de él, lo levantó del cuello con sus propias manos. Ambas que estaban fuertemente agarradas a la piel reseca y maltratada.

Luego de unos instantes, observó paciente el cómo lentamente comenzaba a salir sangre desde la sien del chico en el aire.

El inútil forcejeo del menor solo hizo reír a Bakugou en aquellos instantes.

Fuertes quejidos y un fallido intento de salir de aquel agarre fue suficiente para que Katsuki le diera con su puño en la boca del estómago, dejándolo sin aire.

Shigaraki luego de escupir sangre, susurró con gran esfuerzo y dolor:

—P-pero yo no me meti contigo. —Aquello había  salido en apenas un hilo de voz, haciendo el inútil esfuerzo de respirar aún en los aires.

Katsuki alzó una ceja. —Te aprovechaste de la debilidad de mi alumno, bastardo. Eso sin duda es meterse conmigo. —escupió con furia, al instante en que lo lanzaba contra el suelo con fuerza.

El ruido de sus huesos y carne chocar con impulso contra el pavimento fue lo único que se logró escuchar en aquella habitación.

Katsuki avanzó lentamente hacia Shigaraki, preparando su bota puntiaguda.

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Y sonrió.
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Sonrió antes de clavar su afilada bota de puntas de acero en su pierna izquierda.

La carne fresca y desgarrada estaba siendo removida con furia, y el enorme como también desesperante grito de dolor en aquel lugar sólo provocó las risas de Katsuki.

Y aún más gritaba, de manera agónica al sentir como su carne se desgarraba de manera rápida, retorciéndose de dolor en el suelo sin descanso alguno.

El pie de Katsuki no tenía intenciones de detener su movimiento, lo estaba disfrutando.

—Y dime, —habló de manera calmada. — ¿disfrutaste hacerlo sufrir? —preguntó, con su pie izquierdo aún sobre aquella pierna ahora bañada en sangre.

Shigaraki Tomura no podía sentirse más humillado, y aquella pregunta no era más que la puta tentación.
Cada maldito segundo, hijo de puta. —escupió con desprecio.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora