Capítulo 31

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Cita educativa IV

Helado con sabor a furia

Aún se encontraba empapado.

Su mirada carmín se dirigía hacia las personas que contentas caminaban por todas las direcciones posibles a través del inmenso parque de diversiones.

Algunas con algodón de azúcar en sus manos, otras con gorros divertidos saltando con emoción y otras simplemente riendo sin parar.

Era un día alegre y perfecto, sin duda alguna.

Pero en ese mismo instante, él más que contento estaba impaciente.

Impaciente debido a sus impulsos que nacieron de pronto.

Por poco y le robaba un beso.

No, joder.

Gruñia a sus adentros, sentado de manera impaciente en aquella mesa reluciente.

Por poco y cagas todo el maldito progreso, imbécil.

Se regañaba a sí mismo sin cesar.

Suspiró y apoyó su cabellera ceniza hacia atrás, en el respaldo del asiento.

—Ahh... —soltó con sus escarlatas perdidas en el cielo azulado con inmensas nubes cubrir su vista. — ¿Por qué tienes que hacerme esto? —preguntó, recordando sus jades brillosas.

.
.

Izuku esperaba de manera paciente en la enorme fila de la pequeña heladería que se encontraba en el parque de diversiones.

Un pequeño local de tonalidades pasteles que emitía frescura al instante.

Y con el inmenso calor que se desataba en esos instantes, todos rogaban por un poco de aquel delicioso helado.

Sus manos aún permanecían empapadas al igual que su rostro y cabello. — ¿Estará bien de chocolate? —murmuraba preocupado con su mano en el mentón. —A sensei no le gustan los dulces, por lo tanto, no creo que le gusten mucho los helados. —analizaba, de manera preocupante. — ¿Qué hago? La idea es que él coma algo que le guste, no algo que simplemente yo le lleve. ¿Existirá la posibilidad de que tengan algún helado de sabor picante? Ahhh... —soltó preocupado. —Eso es imposible y quizá quedaría como un estúpido. —continuó. — ¿Pero y si tienen? También es una posibilidad, hay mucha gente con gustos diferentes hoy en día y—

— ¡Buenas tardes! —saludó sonriente una chica. — ¿Qué desea pedir?

Izuku pego un pequeño salto en su lugar y nervioso observó con rapidez hacia su alrededor. Entonces se señaló a sí mismo nervioso al notar a la joven heladera mirarle sonriente. — ¿Y-yo? —soltó en un susurro.

— ¡Claro, cariño! —respondió la joven. —Acércate.

¿En qué momento había avanzado tan rápido la fila? Se preguntaba. Espera... He oído mal o me ha dicho ¡¿c-cariño?!

Negó rápidamente con su rostro nervioso.

¡Concéntrate!

—Oh... Muy b-buenas tardes. —respondió Izuku con una reverencia corta, sonrojado ante las palabras de la chica. Acercó sus manos a la vitrina. —Uhmm... Quisiera un helado de chocolate y otro de... —murmuró pensativo, observando toda la variedad que había.

La joven pareció sonreír contenta. Era la primera vez que se encontraba a un chico tan educado y tímido.

Una ternura sin duda.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora