Capítulo 48

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Las dos fantasías nocturnas I

Maldito seas, Deku

Durante la noche nació un sonido leve y a la vez constante.

Era el pequeño choque de las gotas de lluvia en contra una superficie sólida y transparente.

Era un sonido tranquilo, era música para sus oídos.

La lluvia caía con suavidad por su ventana, creando leves sonidos que causaban que sus parpados cada vez se sintieran más y más pesados.

Y sus profundos granates cansados lentamente se cerraron con suavidad, adentrándose en la pacífica oscuridad que emergía de su alrededor.

Pero entonces un golpe aún más profundo surgió, causando un notable contraste con los pequeños y armónicos sonidos.

Sus ojos se abrieron con suavidad y pereza, girando su cabeza lentamente hacia la ventana aún tendido en la cama, notando cómo la lluvia se intensificaba de manera lenta.

El rubio ceniza podía distinguir las hermosas luces que adornaban la ciudad nocturna frente a sus ojos.

Aquellas luces que creaban una hermosa como también perfecta combinación de colores y que junto a las gotas de lluvia se lograba observar de manera borrosa las afueras del lugar.

Sus ojos centrados en ello lograban relajar sus músculos y consciencia aún más de lo que ya estaba, sintiéndose a gusto consigo mismo una vez más.

Estaba olvidando los problemas y los jodidos dolores de cabeza, al fin.

Pero entonces, el timbre sonó.


Sus carmines observaron su reloj de pulsera con confusión de manera inmediata.

— ¿Quién demonios se atreve a venir a estas jodidas horas? —Se preguntó a sí mismo, notando que ya pasaban de las diez de la noche.

Soltó un suspiro pesado, mientras se levantaba con cansancio y caminaba hacia la puerta con pesadez.

Katsuki junto a su torso desnudo se paseaba con pereza a través del apartamento.

¿Debería ahuyentar a esa mierdecilla y a la vez liberar un poco de estrés?

Pensaba con su sonrisa torcida, preparando sus puños.

La abrió lentamente, soltando un bostezo.

— ¿Quién viene a jode—

Su bostezo se vio interrumpido al instante en el que notó como dos esmeraldas le observaban con felicidad y a la vez arrepentimiento a las afueras de su entrada.

Se veía ansioso, se veía contento.

Se veía angustiado y a la vez feliz.

Aquellas jades brillosas le transmitieron un sin número de emociones encontradas desde lo más profundo de su ser.

Tal y como si de una bofetada se tratase.

Abrió sus escarlatas de par en par e intentó hablar, mas había sido interrumpido de inmediato sin siquiera lograr articular una sola jodida palabra.

— ¡KACCHAN!

Izuku se lanzó hacia él con desespero, envolviéndole en sus cálidos y suaves brazos.

Pasó su rostro pecoso de un lado a otro a través de su pecho, tal y como si se tratase de un minino en busca de cariño.

— ¡KACCHAN, KACCHAN! —exclamaba con lágrimas en los ojos, intensificando el abrazo de una manera desesperante.

¡Ah! Katsuki-sensei ¦Katsudeku¦ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora