{ Extra 2: ᵂʰᵃᵗ ᵃ ᶠᵉᵉˡᶤᶰᵍ }

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Jueves, 14 de Febrero.

—Hola, bonita. —Saludé en el momento en el que Yun abrió la puerta. Ella me saludó con ojos sonrientes y permitió que pasara. Mis pies caminaron directamente a la sala de estar, acto que Yun siguió. Sus ojos nerviosos y dulces miraban todo lo que estaba al rededor, con tal de evadir mi mirada. —¿Buscas algo? —Pregunté siguiendo su mirada, Yun y sus ojos juguetones, me miraron y negó de inmediato: —Nada en realidad. —Respondió pasando su lengua por sus labios. —¿Quieres comer algo?

Jamás quiero comer algo.
—Si tú quieres comer algo, entonces yo también. —Yun asintió y se levantó, sus pasos eran lentos pero rápidos al mismo tiempo.
Una vez en la cocina, Yun buscó en el horno la cena que sus padres siempre le preparan.

—Toma. —Sonrió dejando el plato en frente de mí. Pasta, mi plato está lleno de pasta de exquisito olor y sin dudar sabor, incluso sin haberla probado antes. —¿Quieres agua? —Preguntó caminado hacia el refrigerador, con la boca llena de pasta solo pude hacer un ruido que le hiciera saber que sí; pero el agua jamás llegó a mis manos, pues ella no podía ¿Verme?

Yo estaba justo frente a ella, pero sus ojos no podían encontrarme, sus ojos no podían verme ni un poco.

—¿Taehyung, dónde estás? —Preguntó mirando detrás de ella.
Estoy justo donde estaba antes, Yun; pero el maldito universo no quiere que sea así. Por favor, una vez más, di mi nombre. Jamás hablé, es obvio que por más que lo intentara, ella no lograría escucharme. Pero lo dije antes, y lo sostengo: estamos conectados.

—¿Taehyung?—Sus labios pronunciaron mi nombre, eso era todo lo que necesitaba. Sus pasos cautelosos y sus ojos observadores, llegaron a la sala de estar. —No me asustes.—Murmuró.

—Entonces, debería dejar de esconderme. —Reí detrás de ella, mi voz sonó e hizo que sus pies se levantaran dos centímetros del piso. Sus manos golpearon mi pecho y con risas negaba con la cabeza.

—¡Me asustaste! —Exclamó.

—No lo noté. —Me burlé de ella. —Solo quería jugar un poco, ya sabes cómo los niños. —Sus ojos me miraron y con una sonrisa de lado, subió corriendo a su habitación. El sudor de mi frente fué secado por mi chaqueta, y después respiré profundamente. —Estupido. —Me recriminé, aún si no tuve la culpa.

Después de la maldición que solté, Yun llegó con ambas manos en su espalda: —Cierra los ojos. —Me ordenó. Mi cuerpo, al escuchar la voz de Park Dayoung dar órdenes como lo llegó a hacer alguna vez, giró inmediatamente, dándole así a ella lo que quería.
Con dificultad y un poco de risa, Yun tapó mis ojos con una máscara de dormir. —Ahora si podremos jugar. —Sonrió, mis ojos no lo vieron, pero mi corazón lo sintió. —Cuenta hasta 10 para que pueda esconderme. —Fué lo último que escuché de sus labios.

Tocando todo lo que estaba a mi al rededor con mis manos, comencé la cuenta y al llegar al último número, me decidí a gritar: —Está bien, Yun. ¡Allá voy! —Aunque intentaba dar pasos lentos y un tanto calculados, no podía evitar golpearme con algún objeto que la sala de estar tenía. Tratar de encontrarla no iba a ser sencillo.

Caminé por toda la sala de estar, incluso por el pasillo, o eso fué lo que yo sentí con mis manos. No podría estar en la cocina, sus latidos y su respiración estaban en la sala de estar, sí o sí. —¿Podrías darme una pista? Siento que estoy muy lejos de atraparte.

—Ya lo hiciste. —Respondió a mis espaldas. Girando sobre mis talones, reí: —¿De qué hablas? —Pregunté descubriendo mis ojos. Sus labios jamás contestaron. —¿Yun? —Su mente regresó al presente.

𝐄𝐱𝐭𝐫𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐞𝐬𝐭𝐫𝐢𝐚𝐥. | 𝐊𝐓𝐇 ⌏ 𝐀𝐬𝐭𝐞𝐫𝐢𝐚 𝐈Donde viven las historias. Descúbrelo ahora