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El viernes, como luz de salvación o agujero de desolación, era el último día de exámenes en la universidad. Muchos estaban contentos de al fin terminar esas tortuosas dos semanas repletas de cosas que hacer y otros muchos no tanto, pues como malos estudiantes que eran, las notas, contando trabajos y lágrimas, no alcanzaban para pasar de ciclo y tener una vida exitosa, como decían ellos al ver la cruz roja sobre sus frentes.

Aunque el viernes era el día final de pruebas, para otro estudiantes, como los de artes escénicas, no, pues ellos aún tenían la presentación de baile individual, en donde tenían que presentar una canción producidas por ellos mismos, con su letra, melodía y coreografía incluida. Al comienzo, para Jimin había sido una tortura pensar en siquiera alguna melodía, pero con ayuda de NamJoon pudo completar la letra, una lirica... ¿Romántica?

Unos versos que trataban de mentiras, traiciones, cautiverio. Una que expresaba lo que Jimin quería decir, sentirse rodeado de un mundo perfecto que terminaba explotando y dejando a la vista lo difícil de la realidad. Un realidad distorsionada y muy diferente a la que conocía, en donde lo lastimaban y cada sonrisa traía consigo veneno que depositaban en su corazón.

-¿Qué nombre le piensas poner?- preguntó el moreno guardando sus cosas pues ya había pasado su tiempo de descanso que había utilizado para ayudar al menor.

-No lo sé, algo simple, solo una palabra.

-¿Engaño, pesadilla, realidad, mentira?- se levantó y lo miró desde arriba lanzando mas palabras que podrían reflejar la canción en palabras.

-En otro idioma...

-¿Lie?-

-Suena básico, pero me agrada.- sonriendo complacido se despidió del mayor quién corriendo había ido a su siguiente clase.

La letra no había sido tan difícil con ayuda de NamJoon, pero la melodía... La melodía era diferente. Sabía que había cometido un error al hacer la letra primero, sin una base donde sostenerse, pero la emoción de hacer un trabajo propio había terminado de hacerlo fallar.

-Encontré un productor independiente, no muy conocido, pero si alagado por sus trabajos. Su nombre es Agust y lo irás a ver esta tarde.- su madre dejó el papel doblado con la dirección de la cafetería en donde tendrían que encontrarse sobre el escritorio de Jimin, quién refunfuñando tomaba dicha dirección.

-No necesito ayuda...

-Faltan cinco días, Jimin. Mueve tu culo.- dicho aquello salió dejando a su hijo pensando. Sí, tenía que darse prisa.

Ese día salió arreglándose un poco más de lo normal, no sabía si era alguien mayor o menor que él, no sabía cómo era ni conocía absolutamente nada de él. Pero si su madre lo había encontrado significaba que, básicamente, era confiable.

Cargando con su libreta en mano, pues no quería cargar una mochila, se sentó en una mesa fuera del local, pidió un batido de frutilla y se sentó a esperar.

La cita era a las cuatro en punto de la tarde, y siendo las tres y cincuenta, Jimin se encontraba esperando aburrido por su productor personal. Se preguntaba si aquello era alguna especie de trampa, pues según sus amigos ellos ya tenían todo hecho, ¿Cómo? No lo sabía, y por no quedar mal había dicho que también tenía todo terminado. Quizás debió pedir ayuda antes y armar una coreografía decente. Fallaría, estaba seguro. La letra que tenía era fantástica pero... ¿Y lo demás? Era un fracaso.

Claro, como siempre. ¿Dónde mierda estaba ese productor?

Mamá, el tipo no vino, me iré a casa. Voy a reprobar así que simplemente... Échame de casa.

Penetrame, ¡ahora! [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora