La jaula del ángel

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Lucy permaneció inmóvil en el balcón, disfrutando de los vientos que agitaban su vestido blanco alrededor de sus tobillos. Se estaba congelando de frío, pero no le importó. Estaba demasiado decidida a mirar el cielo nocturno con sus estrellas siempre presentes como para preocuparse por su incomodidad.

El mago de hielo que ella conoció no había regresado en una semana.

Siete largos días que ella había estado sola en su torre abandonada, esperando en la única entrada que la conectaba con el exterior. Este era un corto periodo de tiempo, era consciente de ello, pero se sentía como si no había visto el azabache desde hace años.

Él no regresaba a pesar de haber dicho que lo haría, y los nervios de Lucy estaban demasiado tensos para dormir tranquila.

Pero ella sabía que él volvería a casa, así que se paseó por la zona poco alumbrada, se retorció con otra brisa y soñó con una vida fuera de los ladrillos de piedra del castillo de Zeref.

El emperador la quería mucho, pero sus restricciones, las cuales antes nunca le habían molestado tanto, ahora eran la mayor prohibición de libertad que tenía. La muchacha lo quería, era como un hermano mayor para la ella, supuso. No podía ser un padre, no lo parecía. En fin, el tema era que un pequeño sentimiento de rebeldía se había implantado en su ser desde que vio a Gray.

Los labios de Lucy se torcieron en la más leve de las sonrisas mientras sus ojos continuaban escaneando sin descanso el lugar lejano donde la línea de árboles se unía con el cielo y las estrellas.

- la luna se ve opacada- murmuró la joven viendo que las estrellas se habían robado la atención que normalmente le pertenecía a la luna a causa de su escaso brillo.

Una sombra finalmente interrumpió entre la luz que provenía de su habitación, Lucy la observaba ansiosamente a medida que crecía su tamaño, el tenue contorno de una bata batiendo a juego con el frenético aleteo de su corazón.

Ella sonrió brillantemente cuando el demonio se acercó lo suficiente como para que la rubia pudiera ver los detalles en su rostro, inclinándose sobre el balcón en un pequeño intento de disminuir la distancia entre ellos.

- te has ido por demasiado tiempo- la joven reprendió suavemente, extendiendo la mano hacia él para detenerse al considerar una descarga.

- hace frío, no deberías de pasar tanto tiempo afuera así- dijo el muchacho agarrando la palma de Lucy para juntarlo con su rostro.

- sí, sé que hace frío afuera- replicó rodando sus ojos- de quién crees que es la culpa? Nunca volviste..

El demonio de hielo puso una cara divertida ante su queja. Nada de esto era su culpa, lo juraba. Avatar lo estuvo manteniendo ocupado últimamente, y tuvo que hacer varias cosas para el gran escape.

- ¿me has extrañado?- preguntó con una sonrisa arrogante pero tierna, la abrazó de vuelta. Extrañó su cuerpo, el estar cerca de esa existencia tan importante en su vida.

Ella chilló. Aparte de la repelación natural entre ellos, su cuerpo estaba helado.

- una princesa podría resfriarse en un clima como este- bromeó el azabache con su sonrisa aguda.

- entonces quizás deberías de haber venido antes

Él se rió de vuelta, se preguntó si ella era así de atrevida. No, negó con su cabeza. Siempre fue alguien brillante y extrovertida, pero aún seguía siendo un ángel ante sus ojos.

Sus brazos se envolvieron alrededor de su cintura y apoyó su mejilla contra la tira de piel revelada por el cuello de su vestido.

- te extrañé- gruñó por debajo mientras cerraba sus ojos, estaba recargando energías. Ella realmente le daba una inmensa fuerza de voluntad.

El ángel del demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora