Le extrañaba

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Él la miraba desde lejos. Sus oscuros ojos brillaban en las sombras mientras se enfocaba intensamente en la belleza de cabello rubio entre su grupo de compañeros.

Todos ellos en una misión para solucionar el hielo causado por Silver Fullbuster. ¿Pero ella se daría cuenta de eso? O asumiría que ese hielo le pertenecía a algún viejo conocido.. Congelaron la aldea de los gigantes por razones que ya no importaban tanto en presencia de ella.

El viento le quitó sus mechones oscuros de la cara mientras seguía observando a la muchacha que le había enamorado desde el primer momento hace muchos años.

Recordó cuando vio su reencarnación por primera vez, supo al instante que era ella. Su alegría, inteligencia y bondad... Seguían siendo las mismas. En aquel entonces ella era sólo un simple bebé, lo suficientemente grande como para llenar el hueco entre sus brazos mientras la acunaba en su pecho.

Todavía podía recordar la forma en que Layla se reía en segundo plano mientras cargaba incómoda a la joven Lucy Heartfilia en sus brazos. Todo iba bien hasta que ella lloró: en su mente, él se estaba maldiciendo en silencio por dañar el delicado bulto y hacerla llorar. Pero la madre de la niña, siendo la figura materna y la persona de buen corazón que era, aplacó sus sentimientos de que nada le pasaba a la niña. Sólo tenía hambre, eso era todo.

Ah, Layla, esa encantadora mujer que hizo que él tuviese de vuelta a Mavis, la primera persona que lo tocó y que no se marchitó. Ella le mostró el significado de la vida y le dio la oportunidad de cambiar su vida, más de lo que cualquier otro hubiese esperado.

En este momento, mientras sus ojos se detenían con tanto cariño sobre la figura de Lucy, se preguntaba en secreto si ella lo recordaría. Sin embargo, soltó una pequeña sonrisa melancólica al saber la respuesta que conocía muy bien. Ni siquiera su propia alma recordaba su vida pasada.

- Mavis...- murmuró entrecerrando sus ojos. Sus caminatas en el bosque, las veces que hablaron sobre cada uno, la forma en que ella tocó su mejilla y chilló de alegría. luego, la forma en que ella inclinó su cabeza sobre su pecho bien construido mientras se dormía después de un día agotador.

Ella había desaparecido por su culpa una vez. Siempre sintió miedo por perderla, al igual que lo que ocurría con sus reencarnaciones.

Sus ojos se cerraron por un segundo mientras aliviaba el recuerdo del sentimiento llamado tristeza cuando Mavis había muerto en sus brazos.

No, él nunca podría permitirse perderla otra vez.

Mientras apoyaba su cuerpo contra el tronco del árbol desde donde se escondía, vio que alguien familiar se acerca rápidamente a la mujer.

Natsu Dragneel, su hermano menor.

El mago de cabello rosa le recordó mucho su encuentro hace siete años. Durante ese tiempo, todavía no era lo suficientemente fuerte como para terminar con su vida. Quizás después de muchos años de estar atrapado en Tenroujima, Natsu finalmente tendría la fuerza para derrotarlo.

- Natsu, qué haces?- preguntó la reencarnación de la persona favorita de este.

- huelo algo extraño...- frunció su nariz intentando decifrar el aroma que no encajaba.

- de todas formas..- gruñó ella mientras desviaba su miraba- ¿puedes ver si este hielo le pertenece a Gray?

El mago de fuego le dio una mirada preocupada a su amiga. Sabía que ella estuvo buscando al mago de hielo desde su desaparición. Fue ella quien en un día cualquiera había entrado apresuradamente al gremio mientras señalaba una misión del pueblo del Sol.

El ángel del demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora