El ángel se escapó de la jaula del emperador

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" yo también te amo, Zeref"

" Zeref... te amo, lo siento"

Más comúnmente conocido como el gran mago oscuro, Zeref abrió lentamente los párpados y miró su techo. Sintió esa sensación punzante en su corazón. Como si una mano invisible se lo estuviese apretando.

- Mavis...- murmuró melancólico. No recordó cuándo se había quedado dormido, pero lo había hecho en el gran sofá de terciopelo en su pequeña sala de investigación.

Sería muy gracioso que el emperador tuviese algo así de pequeño con lo que conformarse, supuso; sin embargo, prefería estar en un espacio pequeño.

Su amada rubia.

La única persona que creía en él, quien no lo condenó a pesar de sus pecados de su temido pasado. La única que no esperaba nada de él por ser uno de los magos más poderosos de todos. La que amaba incondicionalmente cuando él mismo odiaba todo su ser y su existencia...

- Zeref....- una voz amable y dulce lo llamó por su nombre. Fue muy estimulante para sus oídos, como si un ángel estuviera susurrando su nombre directamente cerca suyo.

Su corazón latía de felicidad.

- hola~- se acercó Lucy a su cara- estoy hablando contigo- se quejó como una niña e hizo un ligero puchero.

- lo siento- el se disculpó con una sonrisa melancólica.

- no tienes de qué preocuparte, en serio. No me hiciste ningún daño- dijo la rubia con una sonrisa nerviosa, no le gustaba sentir la ansiedad de Zeref.

Sin importar qué hacía, él era el único con quien siempre presenció un sentimiento de depresión crónica.

- lo siento, Lucy. Tuviste que sentir mis emociones sin quererlo, no?- el emperador de Álvarez volvió a disculparse. Conocía el poder de angel slayer de la muchacha y sabía perfectamente que era lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a Brandish o Dimaria.

- no es como si fuese tu culpa..- protestó mirando hacia otro lado. Se sentía culpable por mirarle de esa manera, justo cuando lo iba a dejar en cualquier momento.

Habían aparecido unos recuerdos sellados en su mente hace poco, conocía a Gray Fullbuster, actualmente, uno de los generales de Álvarez. Sin embargo, no conocía el cómo la situación había terminado así.

Sólo sabían que eran algo más que unos compañeros de equipo.

Ella se sonrojó por pensar en eso, como si fuese algo de lo cual avergonzarse.

- ¿Lucy?- la llamó Zeref sin comprender muy bien su sonrojo repentino. Se acercó a ella para acariciar su rostro con delicadeza- ¿estás bien?

- .... ¿puedo realmente controlar este... poder?- preguntó en un intento de ocultar algo, sus ojos color chocolate mostraron un poco de miedo, pasando desapercibido por el otro, o más bien, siendo interpretado como otra cosa.

- depende de ti, si realmente deseas controlar y usar ese poder, entonces podrás. Pero no dejes que te consuma- respondió el azabache acariciando su cabeza.

- ¿y si no pudiera?- ella insistió, con la cabeza baja en señal de depresión.

Era una pena que no tuviera ninguna confianza en sus capacidades mágicas, según el mago oscuro. Es decir, tenía talento pero se sentía como una pequeña mosca al lado de Irene o August, y no debería.

Él tomó una de las manos de Lucy, la sostuvo entre las suyas, y de vez en cuando, rozando sus pulgares sobre ella. El emperador comprendía ese sentimiento de impotencia, él mismo no pudo controlar sus propios poderes.

El ángel del demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora