¡Aquí vienen los refuerzos!

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Lucy no lo había entendido, qué le pasaba a Zeref y su comportamiento tan extraño? ¿Esta era realmente su vida?

Suspiró cerrando la puerta de su habitación para luego apoyarse en ella. Cerró sus ojos como si quisiese olvidar los acontecimientos recientes.

- ¿qué sucede contigo....?- murmuró algo decepcionada del emperador que había perdido los estribos. No, siempre supo que el temperamento del azabache era difícil, su magia se lo decía. Pero quiso no creerlo por un tiempo.

No podía quitarse la imagen de esas llaves doradas de su mente. Se sentía demasiada atraídas hacia ellas.

Suspiró rendida y se dirigió a la mesa que estaba al lado de su cama, necesitaba beber algo para calmar su sed. Y en el momento que extendió su mano, una luz brillante salió de la jarra.

Ella se asustó tanto que cayó al suelo, viendo con incredulidad la figura de una persona apareciendo frente a ella.

-  mocosa, qué haces perdiendo el tiempo?

La rubia abrió bien grande sus ojos, tanto que empezaron a temblar, aunque creyó que todo su cuerpo lo estaba haciendo. Se llevó, con cuidado, ambas manos hacia los costados su cabeza. La mujer que tenía delante, era familiar.

- ¿qué? ¿Acaso te has olvidado de quién soy?- preguntó Aquario con los brazos cruzados. Algún día de estos, iba a asesinar a Gray. Por su culpa, Lucy había perdido la memoria y se había metido en todo este lío.

El espíritu de la llave rota la observó con una gran mueca, estaba molesta con cierto mago de hielo. Ella, al igual que el resto de sus compañeros, vieron lo que les estuvo pasando desde hace ya un año entero.

Loke se encontraba jodidamente molesto con todos, pero sobretodo consigo mismo por no poder forzar su puerta. Estuvieron convencidos de que el gran mago oscuro se la había sellado de alguna manera, al igual que con el resto de ellos.

Gemini había intentado transformarse en Zeref pero no lo logró, su poder era limitado. Capricornio también había hecho sus planes de escape junto al resto, pero falló en que no podía anular el poder de alguien tan poderoso.

Ni siquiera el rey de los espíritus celestiales podía meterse en un asunto como ese. Tenía que mantener las reglas del mundo celestial. Y la única puerta que tenían eran sus llaves.

Todo era un gran problema hasta que todos recordaron que hoy se volvería un año desde que la llave de la portadora de agua había sido rota. En este día, ella podía vagar por el mundo humano libremente como cierto privilegio.

Todos los espíritus, incluyéndola, aprovecharon esta oportunidad para ayudar a su dueña y amiga a estar junto con el demonio, todo por su felicidad.

- tú...- empezó a murmurar la muchacha, todavía dudando. Las memorias de ese día aparecieron en su cabeza, empezó a romper el candado que las tenía selladas, el día en que perdió a Aquario, el de la caída de Tártaros.

Recordó que el devil slayer había desaparecido por varios meses para luego encontrarlo. Ambos se habían reencontrado después de tanto tiempo, quebrados. Pero con la aparición del otro, otra vez en sus vidas, juntaron de vuelta esas piezas para volver a pararse.

Hasta que Zeref intervino y los volvió a separar.

- A-a...Aqua...- tartamudeó como una niña pequeña cuando se avergonzaba por saludar a algún pariente que no veía desde hace mucho.

La sirena relajó su expresión y se apoyó en el desagradable suelo que tanto odiaba, sólo porque Lucy se encontraba ahí.

Estiró sus brazos y la abrazó, cálidamente. Después cerró sus ojos cuando la joven empezó a llorar. La portadora de agua empezó a acariciar suavemente la cabeza de su niña, con unas pequeñas lagrimitas en sus ojos.

El ángel del demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora