El ángel y el demonio

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Lucy se sentía destrozada por dentro. Había hecho un sacrificio que le dolía más que perder su propia vida. Pero había salvado a todos.. sí, había deshecho face. Pero no se sentía contenta con eso. Es decir, salvó a sus amigos.. pero ahora se sentía completamente sola.

¿Ayudarlos? ¿Cómo? Ni siquiera sentía que le quedaba una pizca de magia. Miró sus manos y sus nuevas prendas.

No.. no estaba realmente sola, hasta su viejo amigo, el rey de los espíritus celestiales, le había concebido un nuevo poder con el favor de las llaves doradas. Aún así, se sentía incompleta.

Observó sin emociones la figura borrosa de jackal acercándose. Estaba perdiendo su visión de las cosas. No escuchó bien las palabras que murmuraba el demonio, pero agrandó sus ojos cuando sus amigos aparecieron frente a ella.

Las lágrimas aparecieron y fueron acompañadas por un gran llanto que la hacía incapaz de escuchar al resto.

Entre tanto dolor, sintió algo. Su poder de ángel slayer se estaba activando sin su consentimiento.

¿Qué? ¿Ahora qué quería? No quería sentir nada, ya no.

Sin embargo, algo era inusual, su poder parecía mayor. Su campo de percepción era realmente más grande. Sintió la presencia de una magia de fuego, de un dragon slayer, acompañado de otros dos. Luego, la del demonio rubio y todos sus amigos y aliados de Fairy Tail. Aparte de otros Etherias.

Y a pesar de todo, sólo una la hizo pararse del suelo: ahí se encontraba la presencia de un devil slayer de hielo que conocía bien.

Dejó de sollozar aún si las lágrimas no se habían frenado. Corrió hacia esa dirección con lo que le quedaban de fuerzas. Correría hacia Gray y le reclamaría todo.

Su idiotez, su estúpida partida repentina y el dolor que le causó a ella. Le daría una gran patada suya. Estaba molesta, triste y molesta. Ni siquiera le había dado motivos para desaparecer así como si nada. Tampoco explicaciones, odiaba que siempre asumiese qué era lo mejor para todos.

Las lágrimas se fueron desvaneciendo de a poco, el dolor seguía por la pérdida de Aquario. Pero como siempre, no debía de concentrarse en el pasado sino que necesitaba estar atenta al presente y seguir con el futuro.

- mejor que te prepares, Gray- murmuró ella mientras usaba su brazo para limpiarse la cara.

No lo odiaba realmente, lo seguía queriendo. Pero quería que él sintiese lo que ella sufrió todos estos meses sin rastro suyo.

Pero todo cambió y dejó de pensar cuando lo vio frente suyo. Tembló, sus piernas no paraban de perder fuerzas para mantenerla estática.

¿Por qué quería llorar de vuelta? El sentimiento de perder a alguien importante y una gran culpa la estaban consumiendo, era como estar nadando en el mar y que el agua te llevará al cuello, era sofocante... Este dolor era del demonio de hielo.

Ella apasiguó las llamas de su enfado y sus reproches se habían esfumado. Se limitó a mirarlo con una expresión preocupada al mismo tiempo que caminaba hacia este.

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No podía dejar de verlo; la forma en que su padre hacía una mueca con cada golpe, la forma en que su voz gritaba cuando el ataque de Gray lo rechazaba... Todo estaba atorado en su mente. No podía hacer que se detuviera, y no importaba cuántas veces se recordara a sí mismo que no había condenado a su padre, no ayudaba.

Lo que había hecho, se sentía como un asesinato, y ninguna razón podría borrar la sensación de que había matado a su progenitor.

Esos mismos terrores iban a barrerlo de nuevo en la noche, como los primeros meses después del ataque de Deliora, llevarlo a un viaje que nunca quiso volver a ir. Sólo que esta vez, habría una nueva parada... un recuerdo más para atormentarlo aún más.

El ángel del demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora