Cómo salvar una vida

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Natsu abrió sus ojos y frunció el ceño ante la extensión nevada de tierra que se prolongaba a su alrededor. El cielo era gris, o un azul poco saturado, opaco y sombrío.

Le llevó un minuto darse cuenta de que estaba soñando. Todo parecía cubierto de hielo, no era el tipo de lugar que más le gustaría estar.

De repente, escuchó unos sollozos.

Poniéndose de pie, el muchacho de pelo rosa se dio la vuelta, buscando el lugar por donde provenía ese sonido.

No tardó mucho en encontrar a una pequeña niña rubia, sentada sobre la nieve.

- ¡o-oye!... ¿estás bien?- preguntó preocupado el mago, y se llevó una sorpresa por el gran parecido que tenía ella con su mejor amiga.

- ... por favor, sálvalo- murmuró ella con su temblorosa voz, tomando una de las manos del muchacho y llevándolo hacia un lugar.

Natsu estaba demasiado impactado como para reaccionar, así que sólo se dejó arrastrar por ella.

Pero abrió su boca al ver el lugar al cual era arrastrado.

Se estaban dirigiendo hacia un alcantilado que tenía un gran pedazo de hielo en el medio.

Y frente al hielo, se encontraba un niño. Era fácil de detectarlo, porque su cabello oscuro al igual que sus ojos del mismo color, se destacaban contra el blanco opaco y el gris sombrío del resto del paisaje.

- ¿Nat... su ...?

El niño miró boquiabierto al dragon slayer, con los ojos entrecerrados y sin comprenderlo. Se giró hacia la gran figura de hielo detrás de él, extendió su mano para tocarlo y luego se volvió hacia Natsu con una expresión que estaba a la vez perpleja y horrorizada.

- ¿qué?...- murmuró el muchacho de pelo rosa mientras se daba la vuelta, tal vez la niña rubia tendría algo que decir, pero ella ya no estaba ahí.

- ¿qué hiciste?- le preguntó el joven azabache.

- ¿qué he hecho? Nada- el mago dijo indignado, olvidando su sorpresa y confusión frente a lo que percibió como una acusación injusta- no hice nada. Supongo que me quedé dormido

- ¿dormido...?

El niño miró a su alrededor otra vez, ¿por qué no llevaba puesta una camiseta? ¿No debería tener frío con toda esta nieve?- sólo tú serías tan estúpido como para dormir en una situación como esta

- ¿eh?

Natsu odiaba los sueños confusos.

- nada- respondió el joven suspirando.

- ¿en dónde estamos?- quiso saber el mago de fuego al notar que su olfato no servía en estos momentos.

- no lo sé

El chico de ojos oscuros pasó una mano por su pelo y miró a través de la amplia extensión de nieve.

- ¿cómo te llamas?

- eso no importa ahora- fue lo único que dijo él.

- tú sabes mi nombre, entonces por qué no puedo saber el tuyo?- declaró el muchacho de pelo rosa, intentando hacer que el otro entrase en razón.

- no tengo uno- contestó el azabache mientras desviaba su mirada hacia otra dirección.

- ¿cómo es que no tienes un nombre?- murmuró Natsu, su cara se arrugó en confusión. Eso ni siquiera tenía sentido- todos tienen un nombre

- en realidad- el niño se encogió de hombros y golpeó con uno de sus dedos contra la pared de hielo, sin hacer nada más y sin intención de hacer algo- alguien me dio un nombre, pero eso no importa tanto ahora

El ángel del demonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora