¡Hey, Bajhor Hunther! ¿Podrías llegar a caer en aquello que te juraste nunca caer? ¿Podrías llegar a sentir atracción por algo que para ti no es atractivo? ¿Llegaras a implorar por un amor que no te mereces?
Frida Kayenston sabe lo que es vivir con...
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Nuestros dedos se mantienen en un tonto jugueteo, mientras que yo estoy acomodada en medio de sus piernas, con mi espalda chocando en su pecho, con su respirar sintiéndolo a la altura de mi cuello. En este momento nos encontramos en una de las habitaciones de este enorme pent-house, para mi mayor sorpresa Bajhor tiene su propio cine en casa y déjenme decirles que no es con asientos, no, este tiene un enorme y ancho sofá que si te fijas muy bien tiene más apariencia de cama.
Se supone que debemos estar viendo la película que el pelinegro eligió, mas sin embargo solo estamos aquí, observando como nuestros dedos se rozan, se entrelazan, se sienten. Volteo en dirección a su rostro, en ese momento noto que Bajhor si está viendo la película, me le quedo viendo por unos segundos que se vuelven eternos, en ese momento lo veo alzar un poco la comisura de su labio y luego sus ojos se enfocan en mí, bello y preciosos grises claros.
-¿Si? –en ese momento no me cohíbo y uno mis labios en los suyos, me alejo nuevamente. –Gracias –sonríe aún más, luego su mano libre llega hasta mi mejilla y la ahueca. –Tengo curiosidad de algo.
-¿Qué cosa? –digo, este pasa a unir su frente a la mía.
-¿Por qué eres tan hermosa? –intento reprimir una sonrisa pero me sale del asco. –Tus ojos son de un color precioso, me gusta –un beso casto en mis labios. –Sabes –dice de pronto y pasa a ocultar su rostro en mi cuello, siento como aspira con intensidad. –Había olvidado lo que era disfrutar un día completo lejos de la empresa –sí, es más de medio día y nosotros no tenemos muchos ánimos de volver a la realidad, es sábado, día libre para mí, pero para Bajhor no es así.
-¿Cuándo fue la última vez que entraste a esta habitación?
-Humm... ¿6 meses?
-¡¿Qué?! –digo asombrada, me alejo de él y lo miro de lleno. – ¿Cómo puede ser posible eso? Yo no saldría de esta habitación, créeme.
-No lo hagas –dice de pronto, entrecierro mis ojos, este se acerca un poco. –No salgas de esta habitación –esbozo una sonrisa, y de pronto soy abatida por su cuerpo, quedando con mi espalda estampada en el cómodo sofá-cama y este queda a mi lado, observándome fijamente. –No tienes ideas de cuantas cosas he hecho desde que has aparecido en mi vida.
-Dime la que más has disfrutado –este hace ese gesto pensativo que desde mi punto de vista es precioso.
-Comer hot cakes –un nudo se forma en mi garganta, sé que mi semblante ha cambiado porque este de pronto sonríe y deja un beso en mis labios. –No te sientas mal por ello, yo mismo fui el causante de querer permitirme ese tipo de cosas, de no vivir la vida como tenía que hacerlo.
-Prepare muchos hot cakes para ti, cuando lo desees.
-Pero solo para mí, ¿Esta bien? –une su frente a la mía. –A nadie más le prepararas tus deliciosos hot cakes con fresas, miel y crema batida, ¿Ok? –eso me hace reír un poco y asiento.
