¡Hey, Bajhor Hunther! ¿Podrías llegar a caer en aquello que te juraste nunca caer? ¿Podrías llegar a sentir atracción por algo que para ti no es atractivo? ¿Llegaras a implorar por un amor que no te mereces?
Frida Kayenston sabe lo que es vivir con...
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Annie Kayenston.
Todos me observan, como si buscaran las palabras necesarias para darme algún tipo de aliento, pero realmente yo me siento bien, no me siento moribunda y eso es lo más importante en este momento.
- ¿Crees que es una buena idea? –observo a mi padre, ese hombre tan cariñoso y amoroso que no ha dejado de llorar desde la noticia. –Ella está muy pequeña, creo que deberías dar lo mejor de ti hija, quizás buscar una solución, quizás... –levanto la palma de mi mano izquierda y lo detengo, le doy una corta sonrisa.
-No dejare que mi pequeña hija vea a su madre sufrir en cama y mucho menos verme perder el cabello, perder peso y verme débil, puedo obtener tratamiento, pero solo tengo un 10 por ciento de que resulte a mi favor, el otro 90 por ciento lo lleva de delantera este jodido cáncer, papá –este no puede evitar sollozar e irse de la sala.
-Tienes razón hija –comenta mamá. –Pero también podrías dar tu mejor esfuerzo, eres fuerte, eres...
-Todo mi cuerpo fue absorbido, mamá –digo con la voz ronca y siento mis ojos picar. –Me entretuve reteniendo a quien era mi esposo, me descuidé y ahora mira, descubrí que estoy enferma y ya no tengo tiempo –esta se coloca de pie y pasa a colocarse junto a mí. –Fabian se ha ido y ahora es Frida que importa en todo esto mamá.
Ambas desviamos la mirada, observo por la ventana que da con el jardín, allí esta con su querido primo Mark, ella como siempre haciéndole maldades, pero él no deja de estar a su lado, mi hermana Catia no soporto la noticia y decidió estar fuera con ellos, ella y yo somos tan unidas y saber que en muy poco tiempo no estaré, le afecta en demasía.
Vuelvo con mamá, tomo sus manos, las llevo a mis labios y dejo castos besos, escucho su leve sollozo y al enfocar mi mirada en ella la veo derramar algunas lágrimas, no dudo en rodearla con mis brazos y siempre he tenido esa manera fuerte de afrontar las cosas, pero que tu madre te llore es otro nivel e incluso mi padre.
-No sé cómo podré afrontar lo que se avecina, Annie.
-Mamá...
-Eres todo para tu pequeña y dejarla sola, oh dios –oculta su rostro entre sus manos y a mí me duele tanto verla de ese modo.
-Saber que no estaré más en su vida, es algo lo cual no deja de pasar por mi mente –digo con la voz ronca, escucho unos pasos, al voltear encuentro a papá y mi hermana. –Frida para mi es lo más hermoso a pesar de todo lo que ha vivido, mi niña es fuerte, y dejarla en este mundo tan cruel, sola, sin mi protección, me está dañando el corazón –las lágrimas hacen lo suyo, el nudo en la garganta es doloroso. –Por el momento déjenme vivir lo que me queda junto a ella, darle los mejores días –papá y Catia se nos unen aún más, los cuatro llorando como unos niños pequeños, yo tomo un bocado de aire y les miro a los tres. –Cuéntele la razón de mi partida cuando sientan que es lo mejor, por este momento, hagamos la feliz, que tenga bonitos recuerdos de mí, de su madre, quien la ha amado desde que supe que vendría a mi vida...
