Herencia Lovelace (R#12)

32. Como una princesa

Alaric

Veo a Nina salir de la universidad y sonrío, así que me le acerco a ella. Miro para ambos lados buscando señal de su hermano mayor y sobreprotector.

—¿Y Elías? —pregunto tranquilo pero atento.

—Le dije que no me fuera a buscar, que iría con Lucía a casa.

—Tus mentiras están aumentando, no soy buena influencia —Me río —. Por favor, si otro chico te pide que mientas, no le hagas caso, yo no pienso hacerte nada malo, pero ya me estoy asustando.

—Ah entiendo, no te preocupes, no lo haré más entonces. Igual le dije la verdad a Lucía, ella me pidió que te aclarará que si haces algo raro, te va a pegar.

—Lucía es tu otra hermana, ¿cierto?

Niega moviendo la cabeza.

—No, es mi prima, aunque es hermana de Elías, pero eso no lo entiendo —Hace puchero.

—Cosas complicadas de familia, te comprendo, no te preocupes —Me río otra vez —¿Quieres ir a la plaza?

—¡Me encantaría! —Aplaude.

Nos dirigimos a una que está a unas cuadras de la universidad, entonces nos sentamos en las bancas del centro de la plaza. Compramos unas semillas y mientras charlamos le tiramos a las palomas que pasan por allí.

—¿Cuando vas a bailar otra vez? —le pregunto.

—Me gusta el ballet, yo bailo siempre, en unos días tendré otra presentación —me explica.

—Me encantaría verte.

—Puedes venir, te traeré una invitación.

—Me agrada la idea.

Me quedo observándola mientras me sonríe y luego se concentra en tirarle más semillas a los pajaritos que ahora también se acercan.

—No quiero sonar aprovechado —Miro sus labios —¿Pero puedo besarte?

Deja de tirar el alimento y me observa.

—Besar, así, como novios, ¿en la boca? —Sus mejillas se ruborizan —Como las princesas.

—Sí, como una princesa —repito.

Se muerde el labio nerviosa.

—Bueno, está bien.

Oh cielos, me dijo que sí, y mis manos ya están sudando. O sea sigo sintiéndome un aprovechado, pero mi emoción es más grande. Tengo su consentimiento, así que no voy a dudar.

Agarro su rostro y se sobresalta, la bolsa de semillas cae al suelo. Acerco mi boca a la suya, casi que la rozo, puedo ver sus ojos verdes expectanten observándome. Nuestros labios se tocan, entonces se sostiene de mí, sus mejillas toman un tono rojizo más fuerte que el anterior. Mi corazón palpita a gran velocidad, así que agarro su cintura para acercarla más a mí.  Aunque sea un simple y pequeño beso, ya estoy emocionado.