72. Ir al infierno

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Belle

Todo me da vueltas, estoy mareada, abro los ojos parpadeando varias veces antes de mirar por completo el lugar. Parece alguna bodega o fábrica abandonada, todo es tan viejo y para nada cuidado. Me levanto aturdida del suelo, me cuesta un poco porque tengo las manos atadas ¿Cómo llegué a esta situación? Creo que cuando me dirigí al hotel alguien me atacó por detrás. Mala mía bajar la guardia cuando estoy contenta. Me encontraba tan feliz de haberle dicho que sí a Eithan sobre huir que no me percaté de lo que ocurría a mi alrededor.

Cuando me siento un poco mejor, me acerco a una puerta que parece bastante floja y la golpeo varias veces con mi hombro, entonces consigo abrirla y salir a un pasillo.

Avanzo con cautela, mientras desato mis sogas, pero veo a un hombre al final del corredor, por lo tanto me giro para el otro lado, pero igual me cruzo con otro.

Presiono los dientes.

—Maldición —me quejo.

—Mi querida, Belle, ya despertaste —Oigo a Vlad y me giro a mirarlo, está sonriente el maniático, obvio que esto es su culpa —. Veo que te desataste, eres digna de ser la reina de la mafia.

Frunzo el ceño.

—¿Qué pretendes?

—Me despidieron, Belle, algo tenía que hacer.

—¿Y acaso es mi culpa? —Alzo una ceja —Tú te has aprovechado de mi situación y te pasaste de la raya conmigo, es obvio que mi papá tarde o temprano iba a interceder.

—No, por supuesto que no, jamás pensaría que fue su culpa, usted siempre me ha tratado con respeto.

—¿Y así me pagas?

—A veces hay... daños colaterales.

—¡¿De qué mierda hablas?! —le grito para aclararle —¡Me secuestraste! —Miro para todas partes viendo a los hombres que se acercan a nuestro alrededor —¿Y qué son todos estos empleados a tu disposición?

—Soy un hombre de negocios, siempre lo fui, por muchos años trabajé con la mafia rusa, así que no es de esperarse que algunos me debieran favores, no soy un simple empleado, Belle, y tu padre lo sabe.

Suspiro.

—Debí suponerlo, la bratva —opino —¿Tú también estás por la herencia, cierto? Pues no conseguirás nada, no te daré ni un centavo de mi dinero, menos ahora que eres un traidor —Frunzo el ceño —¿Te juntas con el enemigo? ¿Cuál de todas la familias?

—Olvídalo, Belle, el punto aquí no es ese. Aunque debo admitir que eres tan inteligente como bonita. No puedo creer que quieras renunciar a lo que te pertenece por derecho. Nadie más que tú merece esa herencia, lo has demostrado antes y me lo demuestras ahora.

—Eso no te incumbe, no puedo creer que me hayas estado espiando —digo con asco.

—Supe que huirías con Eithan y decidí actuar antes, no ves todo tu potencial.

—Lo único que veo aquí es a un hombre aprovechado, otro más del montón que intenta persuadirme con falsas aclaraciones. Te diré algo, conozco a los idiotas como tú, y yo no me doblego ante nadie, así que desiste de esta estupidez.

Frunce el ceño, ahora él es el enfadado, pero no me importa, conozco a los de su calaña, ya he lidiado con gente como esta y me he librado de sus intentos por aprovecharse, esto no será distinto.

Vlad pretende acercarse y yo retrocedo. Un hombre me agarra por detrás, pero actúo rápido dándole un codazo, para luego quitarle el arma. Si les disparo estaré muerta, son muchos, así que no me acobardaré y les dejaré la situación en claro. Apoyo el revólver en mi cuello y le advierto a su jefecito.

—Intenta algo y nunca más verás mi cara ni el dinero, tú decides.

Se oye una explosión, así que me distraigo, entonces Vlad aprovecha para quitarme el arma y agarrarme.

Maldición.

—¿Decías? —Sonríe mientras yo forcejeo, luego mira a sus empleados —Averigüen qué fue eso —les ordena.

Espero a que sus hombres se vayan, entonces le sonrío.

—Ahora que te veo de cerca... —Me agarro de sus hombros —eres un hombre muy atractivo —Al distraerlo y cambiar de táctica, consigo darle una patada en la entrepierna.

Cuando está adolorido me alejo, pero me dispara y caigo al piso. Mierda, espero no haberme quebrado. Vlad se me acerca y me tira del cabello furioso.

—Todo lo que tienes de linda lo tienes de zorra —me insulta y me golpea entonces ruedo en el suelo.

No me importa y sigo intentando arrastrarme para irme lejos, aun estando adolorida. Yo jamás me rindo, nunca. No importa lo que pase, puedo ir al infierno si es necesario.

Herencia Lovelace (R#12)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora