49. Contando muchachitas

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Adler

Mis padres se separaron luego de unos meses de yo nacer, técnicamente soy el engendro que mamá no quería y como me cuido tan mal, viajando por todas partes o algo así, termino discutiendo con papito, luego toda la sarta de veces que volvieron y se separaron no tienen explicación.

Aclararía que tuve varios psicólogos, pero con la última me revolqué, así que no tiene sentido seguir hablando ¡No es mi culpa, ella era joven, hermosa y tenía buena figura! Los mejores pechos que he tocado en mi vida. Bueno, no tanto, creo que he conocido a unas cuantas que están más o menos en su nivel también.

—Así que esta es tu universidad —Miro para todas partes.

—Sí, es algo fofa, seguro en Alemania hay mejores.

—Más o menos —Me río —. Estudiar siempre es aburrido.

Sonríe bajándole la tensión, creo que olvidándose de que maté unos cuantos tipos delante de él, el pobre estaba nervioso por eso.

—Evan —Veo a un chico grandote acercándose hasta nosotros y mi primo se sobresalta, está más asustado que cuando me vio asesinando.

—Tristán —dice nervioso, uniendo las manos —¡No me mates!

El morocho se ríe.

—Quería contarte que está todo perdonado, hablé con Priscila y pensé en que no valía la pena llenarse de odio. Salgamos los cuatro esta noche como siempre —Me observa al percatarse de mi presencia —. Hola, soy Tristán, amigo de Evan —se presenta.

—Adler, su primo —respondo tranqui y señalo al de mi lado.

—¿Volvieron? —susurra Evan.

—No —le responde serio el grandote —pero mejor no hablemos de eso, menos contigo, no quiero que esto se vuelva incómodo —Hace una mueca.

Sonrío.

—¿Esto es una disputa por una chica? Que emoción, ya me dió ganas de conocerla.

—Tu lengua no frena, ¿eh? —se queja Evan.

—Tú ni sabes lo que hace esta lengua cuando una chica linda se le acerca —Me relamo los labios —. Amo el doble sentido —Hago una carcajada.

Rueda los ojos pero deja de prestarme atención cuando ve que una castaña está entrando al establecimiento.

—¡Lucía! —grita y la va a buscar.

La chica que parece que tiene cara de póker, en un momento lo mira de mala manera y al siguiente le pone el pie, entonces mi primo se cae, ella se gira, siguiendo su camino.

—Una —Voy contando y luego miro a el tal Tristán —¿Cómo dijiste que se llama tu ex?

—¿Priscila? —Alza una ceja.

—Sí ¿Tienes foto? —Miro su teléfono, él algo desconfiado me muestra y vuelvo a contar —Dos.

—¿Qué haces? —Guarda el celular.

—Me gusta contar, tengo un tic —bromeo —. Seguiré mi camino —Avanzo y escucho música, entonces llego al auditorio, veo a una chica bailando, me acerco al profesor —¿Quién es?

—Ah es Nina Elek, maravillosa su puesta en escena, ¿verdad? —responde el hombre y sonrío.

—Sí. Tres —Vuelvo a contar.

—¿Disculpa?

—Nada, nada —Me retiro del auditorio y saco el celular para anotar los nombres de las chicas —. Cuantas muchachitas lindas —Sonrío.

Me choco con alguien y el móvil se me cae, que horror.

—Mierda —me quejo.

Voy a agarrarlo y una mano delicada lo toma por mí, tengo a una bonita rubia delante mío.

Oh la la y esas caderas.

Me percato de su acción al ver mi anotador en el teléfono y frunce el ceño, yo solo le sonrío cuando me mira sospechando algo.

—¿Puedo saber tu nombre? —digo tranquilo.

—No —responde cortante.

—Uy que agresiva, no combina con tu bello rostro.

—No te conozco, no me hables así —expresa sensata.

—Mil disculpas, tienes razón, soy Adler, un gusto. Voy a comenzar a estudiar aquí pronto, ¿y tú? ¿Llevas tiempo por esta facu?

—No, pero no ando anotando nombres en celulares —se digna a decir, me devuelve el móvil y comienza a seguir su camino —. Perdón por tirártelo.

Me relamo los labios.

—Uh me gustan los retos.

Herencia Lovelace (R#12)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora