50. Cruzarse con raritos

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Eleonora

Lo bueno de este test vocacional es que te dan un curso orientativo. Ya no tendré que permanecer en casa en mis ratos libres. Lástima que papá no me deje estar en su taller mecánico, me encantan tanto los autos que me quedaría a vivir allí.

Y hablando de vehículos...

Detengo mi caminata en dirección a la facultad cuando veo estacionado un Porsche Carrera GT. Oh Dios, tracción trasera, descapotable, una velocidad máxima de 330 kilómetros por hora.

—Ay, estoy enamorada —digo por culpa de mi pasión por los autos deportivos.

—Oh, eso fue fácil —Escucho detrás de mí y me giro, entonces veo la sonrisa de ese tal Adler —. Lo sé, soy encantador.

—No hablaba contigo —expreso molesta.

—Charlas con coches, estás más loca que yo —Hace una carcajada, luego se acerca al vehículo —. Te diré algo —Saca unas llaves —, si me dices tu nombre, te doy un paseo —exclama sonriente.

—¿Es tuyo? —digo desconcertada.

—¿Esta cosa vieja? —Alza una ceja —Pues sí, pero tengo mejores.

—Bueno, no quiero saber —Me hago la desinteresada y sigo mi camino.

—¡¿No era que estabas enamorada?! —se burla haciendo gestos y poniendo las manos en donde está su corazón.

Me detengo y lo miro.

—Mi dignidad vale más que mi amor por los autos, y además, no subo a vehículos de desconocidos.

—Pero si aún no me has dicho tu nombre.

—Pues no lo vas a saber —Me doy la vuelta rápido y me voy a paso veloz.

Por suerte no me sigue, pero me aseguro de ir cerca de un conocido, por las dudas, ya que me siento acosada.

—¡Tristán! —Lo veo y me le acerco.

—Hola, Nor —Se lo piensa —. Ah no, dijiste que te llame Nora.

Me río.

—Nor está bien, Eleonora es el que me parece algo largo ¡Uf! —Bufo.

—¿Estás bien? Te ves agitada.

—Hay un chico raro en la universidad que de la nada me comenzó a hablar, me preocupa y no solo por mí, anotó un montón de nombres de chicas en su celular, estaba el de tu ex ahí también, no sé qué intenta con eso, pero da miedo ¿Y si es un psicópata?

—Tranquila —Apoya su mano en mi hombro —no debe ser nada, pero si te hace sentir mejor, puedo hablar con él ¿Sabés su nombre?

—Creo que me dijo que se llama Adler.

Me suelta.

—¿El primo de Evan? Bueno, eso explicaría los nombres, está agendando sus teléfonos.

—¿En un anotador? —Alzo una ceja —¿No debería ponerlo en la agenda del celular?

—Bueno, sí, es raro, no te preocupes, le preguntaré, lo voy a buscar ahora mismo —me indica y asiento, veo como se retira.

—Hola —Oigo y me sobresalto.

Visualizo a Priscila.

—Ay me asustaste —Me río.

—¿Tú eres la que le robó el beso a Tristán, cierto? —Me mira de arriba abajo, luego sonríe —Vine a agradecerte, Eleonora.

—Para serte sincera, creí que venías a matarme.

—Lo noté —Se ríe.

—No, no me asusté por eso, es que un chico me estaba siguiendo y estoy paranoica —le aclaro —. Ten cuidado, la calle no es segura —la prevengo.

—Ya veo porque Tristán habla bien de ti, Eleonora.

—Solo dime Ele, Nor o Nora. Eleonora es muy largo ¿Por qué querías agradecerme?

—Bueno, le pediste a Tristán que hablara conmigo, ¿o no?

Siento que me analiza.

—Pues sí, es feo que un noviazgo como el de ustedes haya terminado tan mal, considero que las cosas deben hacerse por las buenas.

—Eleonora —Da un paso cerca de mí y me mantengo alerta —¿Puedo hacerte una pregunta?

—¿Eh? Sí.

—¿Te sigue gustando Tristán?

—Mis sentimientos por Tristán no tienen nada que ver con la buena conexión que tienen ustedes, yo me corrí a un costado —declaro sincera.

Sus ojos se humedecen.

—¡Ay, eres muy linda y sensata, no puedo enojarme contigo! —Me abraza de repente.

A la mierda, me he cruzado con muchos raritos hoy, pero esta es la peor. Ella despide alegría y amor por todas partes, que miedo.

Herencia Lovelace (R#12)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora