11. Famoso libido Ricoy

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Evan

Espero sentado en la silla del restaurante, golpeo mis dedos seguidas veces con la mesa, dejo de mover la mano cuando veo que Lucía se acerca, ella se sienta a mi lado y me sonríe.

—Ya estoy aquí.

—Lo veo —digo nervioso —. Hay que planear esto mejor —le aclaro —. Priscila y Tristán deben estar por llegar.

—Solo le anunciaremos formalmente que estamos saliendo y ya, deja el nerviosismo.

—¡No puedo! Me cuesta mentir.

Alza una ceja.

—¿Seguro que eres hijo de la famosa Crista Ricoy?

Me río.

—Que mala. Que sea su hijo, no significa que me tenga que parecer.

—Ciertamente.

—Hay que plantearnos varias cosas —Alzo mi dedo índice por un instante —. Por ejemplo, si eres mi novia, se supone que debemos ser cariñosos, y no quiero que me pegues.

—Hay novios que no son así de empalagosos, pero prometo no golpearte —exclama sin expresión.

Nunca puedo descifrar qué está pensando.

—¿Por qué haces esto?

—Ya te dije, esa relación no va para más, por eso les estoy dando un pequeño empujón.

No sé por qué no le creo.

—¿Y por qué? Yo los veo muy acaramelados siempre.

Bufa.

—No debería decir esto pero... Tristán quiere terminar con Priscila.

—¿Eh? —Me sorprendo —¿Por qué?

—¿Sabés de quién estás enamorado, cierto? —Se ríe.

—Vale, sí, lo controla un poco, pero su ex...

—Sí, sí, ya sabemos lo del ex, pero eso no la justifica y Tristán ya no puede mantener más la relación.

—Debiluchu —me burlo.

—Mira quién habla, el que le tiene miedo a que su prima lo golpee.

Ruedo los ojos.

—Son cosas muy distintas

Sonríe y me aclara desafiante.

—No sé, pero vas a tener que demostrar que puedes con Priscila, porque todo lo que tiene de encanto, también lo tiene de controladora, no es una princesita como la mayoría cree. 

—Le tienes envidia porque es más linda que tú.

Rueda los ojos.

—Pues si vamos a ser novios fingidos, no puedes decir esos comentarios.

—Tienes razón, mejor practiquemos.

—¿Eh? —Me mira fijo.

—Sí, ya deben estar por llegar y tenemos que parecer novios, sé que aclaraste que hay parejas que no son empalagosos, pero te olvidaste de un pequeño detalle.

—¿Cuál? —Alza una ceja.

—¡Mi libido! —digo en voz alta —Soy Evan Lovelace, hijo de Crista Ricoy, es bien sabido que soy fogoso por genética. Además, está ese famoso rumor, que cuando nos encontramos con la persona que nos gusta, nos encendemos al infinito y no se apaga hasta juntarnos con ese alguien especial.

—Entonces...

—Mínimo hay que besarnos, tomarse de la mano no creo que sea suficiente, ni creíble.

Herencia Lovelace (R#12)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora