Herencia Lovelace (R#12)

8. Sobreprotector

Priscila

Mando un mensaje a Tristán cuando estoy llegando a la universidad, él me contesta enseguida y comenzamos nuestra guerra de emojis. Corazoncitos, besitos, las copas e incluso una cama, acto seguido vienen los emoticones de risas.

Me choco con alguien en el pasillo de la facultad así que alzo la vista y me detengo.

—Hola, Evan —lo saludo.

—Te vas a lastimar —me aclara.

Me río para luego guardar el celular.

—No creo, pero te haré caso por hoy.

Levanta la cabeza triunfante.

—Muy bien, tienes que hacerle caso a tu hermano mayor.

—No eres mi hermano, mucho menos mayor que yo —Río otra vez —¿Cuándo vas a madurar?

—No quiero madurar, me gusta divertirme ¿Deseas salir? —Señala la puerta por donde entré.

—¡No! —digo sin dejar de sonreír —Acabo de llegar, tengo que aprobar esta materia —refiriéndome a la que estoy cursando este cuatrimestre.

—Vale, te acompaño hasta el aula —exclama amable y comenzamos a caminar.

No sé por qué, pero siento que me está observando demasiado, aunque es Evan, siempre me mira, ya debería haberme acostumbrado a mi falso hermano sobreprotector ¿No debería hacer eso mi novio? ¿Dónde está? Le mando un nuevo mensaje a Tristán. Me distraigo cuando oímos ese grito arrasador desde el pasillo.

—¡¡Demasiada belleza!!

Cuando escuchamos esas aclamaciones, ya sabemos quién viene, aunque ella ni se inmuta, debe estar acostumbrada.

—Hola, Belle —la saludo.

—Hola, Pri —exclama la pelirroja y luego se gira a mirar a Evan —. Vine a buscarte por aquí porque no me contestas los mensajes.

—Es que no quiero pelear por una herencia —Hace puchero el chico de ojos verdes.

Ella continúa con su sonrisa tranquila.

—Yo tampoco, pero no tengo nada que hacer, necesito distraerme con algo, recuerda que el entrenamiento es este fin de semana.

—No quiero pelear contigo. No, mejor dicho, no tengo ganas de pelear ¿Me puedo quedar durmiendo? —pregunta incrédulo.

—No —expresa cortante ella entonces nos asustamos. Luego vuelve a sonreír —. No faltes o te iré a buscar y no quieres conocerme enojada.

—Oye, Belle —la llamo —¿Por qué viniste a Argentina si no te interesa esa herencia?

Suspira.

—Asuntos personales, ya les contaré.