Introducción

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Daniel

La princesita se ha convertido en toda una mujer, acaba de cumplir diecinueve años y me hace sentir orgulloso. Priscila es tan maravillosa, tanto como su madre, Helen. Estoy feliz de que su hermana haya madurado y se lleven mejor.

Y hablando de Katty...

Mi hija mayor entra por la puerta de entrada acompañada y toda contenta, corre hasta mí, que estoy sentado en el sillón y hace una hermosa sonrisa.

―¡Adivina qué, papá! ―dice emocionada.

Sonrío.

―¿Qué, Princesa?

―¡¡Taty ganó un concurso con sus pinturas y nos iremos de viaje!!

―¡¡Fiesta!! ―grita Félix y se pone a bailar sin música, así que Tatiana se ríe ―¡¡Nos vamos a Paris!!

Alzo una ceja.

―¿A Paris?

―Sí, vamos a hablar francés ―Mi hija mueve sus cabellos rubios haciéndose la diva.

―Se ve que está decidido, me encanta pero... ―exclamo en un tono algo disconforme.

―No se preocupe, yo los vigilo ―me aclara Patricio, el novio de mi hija.

―Ya están grandes, pueden hacer lo que quieran ―Me río.

―Cierto papá ―Sale Priscila de su cuarto y apoya su hombro en el marco de la puerta, cruzándose de brazos ―ya puedes pedir el nieto.

―¿Yo? ¿Abuelo? Uh que miedo ―bromeo.

―Ni muerta ―Rueda los ojos Katerina ―yo solo vivo para las fiestas.

―Igualita a Crista ―dice su hermana ―pero eso no la salvó de tener niños ―se burla.

―¡Ja! No caeré en tus bromas hermanita ―Agarra la mano de Patricio ―. Vámonos antes de que le pegue ―Se retiran.

¿Dije que se llevan mejor? Bueno, más o menos, pero es normal en los hermanos eso, yo también discuto con mi hermana a veces.

―Gracias por todo ―saluda Tatiana y se va con Félix.

Quedo a solas con mi hija menor que camina y se sienta a mi lado.

―¿Por qué la provocas?

―Es divertido ―Se ríe y apoya la cabeza en mi hombro ―. Evan también lo hace, ¿sabías? Es que es gracioso molestarla.

―¿Y cómo te llevas con Evan?

―Se hace el hermano protector aunque todos aquí sabemos que no es mi hermano ―Ríe fuerte ―. Mejor hablemos de Tristán.

Bufo.

―Que tú lo hayas perdonado, no significa que yo lo vaya a volver a invitar a esta casa.

―Pero si no hizo nada ―Hace puchero.

―No me gusta verte llorar, es simple, punto final.

―Eso es porque soy una novia celosa, no fue culpa de él, dale perdónalo y cenemos juntos ―Se agarra de mi brazo.

―No ―exclamo cortante.

―¡Dale, papá! ―insiste y luego cambia de estrategia ―O le diré a mamá.

Ruedo los ojos.

―De acuerdo.

Sonríe ampliamente, luego me da un beso en la mejilla y se va corriendo feliz a su cuarto. Ah los jóvenes, siempre son un dolor de cabeza. Espero que esta generación no me traiga tantos problemas como la anterior. Aunque empiezo a pensar que sí. Yo sé lo que digo.

Herencia Lovelace (R#12)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora