69. Una despedida

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Evan

Llego a la casa de mi abuela, como siempre de sorpresa. Camino contento, quiero jugar videojuegos y comer mucho helado. Me acerco hasta el living, entonces me impacto con lo que veo.

—¡¡Abuela!! —Corro hasta ella que está tirada en el suelo.

—¿Qué sucede? —pregunta la mucama que me abrió la puerta.

—¡¡Llama a emergencias, la abuela no despierta!! —grito preocupado.

Por suerte los paramédicos llegan rápido, aunque para mí no es suficiente, siento la tensión en todo momento. El de la ambulancia me deja acompañarlos mientras llamo por teléfono a papá. Al llegar al hospital me encuentro con mis padres allí. Todo pasa tan rápido que me estoy asustando.

—No sabía... —comenta mi mamá —que te estabas viendo con tu abuela.

Me quedo callado ante su acotación, entonces papá apoya su mano en mi hombro.

—Lo que tu madre quiere decir, es que bueno que acompañes a una anciana sola, eso habla muy bien de ti, hijo.

—Sí pero... —Bajo la cabeza —y si no llegué a tiempo.

—Eso no importa —responde mi mamá y me sonríe con ternura —. Lo importante aquí es que hiciste lo correcto, pero no te preocupes, todo va a salir bien —Me agarra de las manos.

—¿Y te preocupa ella? —pregunto incrédulo.

Suspira dejando de sonreír.

—Claro que sí, es mi madre, tenemos muchas diferencias y muchos rencores, pero eso no hará que no me sienta mal por esto.

—Familia Ricoy —Se acerca el médico —, la señora Elena quiere hablar con ustedes.

No me gusta como suena todo esto.

—¿Qué está pasando? —pregunto inquieto.

—Jovencito, la señora Elena es una persona mayor, deberías ir a hablar con ella —el doctor solo me dice eso y solo me inquieta más.

Entro con mi mamá, ya que papá espera afuera, mientras llama al tío Ian, además de que no pueden entrar más de dos personas al cuarto. Rápido corro a abrazar a mi abuela que está en la camilla. Mi madre se queda observándonos un momento, luego comenta algo.

—Se ve que tienes una muy buena relación con tu nieto, me alegra ver que con alguien te lleves bien —Mamá le sonríe y la abuela le hace una seña para que se acerque, entonces yo retrocedo —¿Qué sucede? —pregunta tranquila.

—Sé que no merezco tu perdón, pero déjame decirte que lo siento y dile a Ian lo mismo, lo siento mucho —Le agarra la mano.

Me voy a poner a llorar, estoy notando que esto es como una despedida y no quiero, me duele. No sé qué más decir para aplacar a lo que parece imposible de detener.

Mi madre suspira.

—Si mi hija fue capaz de perdonarme, yo también a ti —habla de Katerina y luego me mira a mí —. Además, se ve que tienes un guerrero cuidándote —refiriéndose al significado de mi nombre.

—Evan... —La abuela alza su otra mano para que me acerque y lo hago, tomo sus dedos —quiero decirte algo importante.

—Sí, te escucho —Asiento.

—Nunca reniegues de tus sentimientos y emociones, Evan. Vive lo mayor que puedas, aunque tengas miedo vive y promete que jamás te rendirás, ¿de acuerdo?

—Sí...

—Promételo —insiste.

—Lo prometo.

Sonríe.

—Recuerda siempre que nunca es tarde para crear oportunidades.

Cierra los ojos y suspira. La máquina comienza a hacer un sonido diferente, entonces me doy cuenta que con su último aliento dijo sus últimas palabras. Sin poder aguantarlo más, me agacho a abrazarla y a llorar.

La abuela ha muerto.

Herencia Lovelace (R#12)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora