Lucía
Me mantengo sentada en la silla de en frente de la de mi papá y apoyo las manos en la mesita, aunque no puedo levantar la vista, estoy apenada, además me está observando muy fijamente, me estoy traumando.
—¿Puedes dejar de mirarme como si fuera una víctima? —pregunto nerviosa y luego mis mejillas se ruborizan con lo siguiente que voy a decir —Un bebé se hace de a dos, toda la culpa no la tiene Evan.
—No lo defiendas —dice fríamente y me sobresalto —. Ya estoy al tanto de todo.
—Elías bocón —expreso en un tono bajo y molesta.
Papá se ríe y luego sonríe de lado.
—No culpes a tu hermano, tengo muchas técnicas de persuasión para que hable, no es tan fácil engañarme, te lo aclaré muchas veces, jovencita.
Levanto la vista despacio porque estoy nerviosa, sus ojos verdes me siguen observando fijo.
—Papá... cometí un error ¿Qué quieres que haga? No puedo culpa a otros por mis equivocaciones.
—Si al que se metió entre tus piernas, que ni siquiera es tu novio, ni mucho menos te corresponde ¿Se puede saber en qué estabas pensando? No solo es el hijo de Crista, sino que sabías que es un mujeriego, mira si aparte de embarazarte, te pegó alguna enfermedad.
Que bueno que no sabe que estaba un poco borracho, ahí si lo mata.
—No me contagié nada —Ruedo los ojos.
—¿No? Eso lo veremos cuando hagamos muchos estudios, pero eso se lo vamos a dejar a tu madre, cuando venga se lo vas a decir.
—Mm —Bufo —¿Tengo que recibir otro sermón por parte de ella?
—Obviamente —Se ríe. Apoyo mi cara sobre la mesa al estar cansada —. Ponte derecha jovencita, todavía no terminamos de hablar.
—¿Y ahora qué? —Me siento correctamente.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta directo.
—No entendí —digo confundida.
—¿Qué vas a hacer con el bebé? No te hagas la tonta, jovencita.
—¿Me estás preguntando si lo quiero tener?
—Eso dije, no te hagas la boba y contesta.
—No me hago —Frunzo el ceño.
Sonríe.
—¿Eres? —se burla.
—¡Papá! —me quejo.
—Solo quito un poco la tensión. Ya, hablando en serio ¿Lo quieres tener o no? Te estoy dando libre albedrío, vives en mi casa y mira qué privilegios te doy, un poco más de respeto.
—¡Deja de sermonearme! —me quejo, tirándome de los pelos.
—Escucha Lucía —Toma mis manos, que terminan apoyadas en la mesa, bajo las de él que las sigue sosteniendo con cariño —nadie en esta casa va juzgarte, decidas lo que decidas, puedes elegir no tenerlo y yo consigo de cualquier forma tu elección, acá podemos ir por lo ilegal, como también puedes decidir tenerlo, y no voy a tener ningún problema de que haya un nene correteando en esta casa, acá no falta plata, pero eso lo tienes que pensar tú, esto tiene que ver con tu salud mental, nada más, a mí solo me importa tu opinión, ¿entendido?
Me voy a poner a llorar.
—Papá...
—No me respondas —Suelta mis manos —luego pregúntale a mamá si piensa lo mismo —Me sonríe —. Estoy seguro que sí —Se levanta de su asiento —. Y ahora no te molesto más, ve a descansar, no vayas a la facultad, te ves fatal.
—¡Papá! —me quejo pero luego me río.
—¡¿Qué?! Pensé que a los jóvenes no les gustaba ir a estudiar.
Me levanto de mi asiento y me acerco a abrazarlo.
—Cállate.
—Eres igual a tu madre, siempre callándome.
—Te quiero —le digo.
—Yo también te quiero, Lu, pero no me hagas preocupar más y no me llores —Pasa su dedo por una lágrima que se escapa.
—No... —Me refriego los ojos.
Mira la hora.
—Creo que el cliente puede esperar, aguardaremos a que venga mamá.
—No me consientas —Le pego.
—Lástima que Elías salió, comamos chocolate, nadie se va a enterar —Mueve los ojos jugando y me suelta para girarse e ir a buscar el dulce.
—Papá ¿Me estás escuchando? —Hago puchero.
—No, estoy comiendo chocolate —Me da uno que saca de la heladera, mientras él tiene otro en la boca.
Sonrío.
—Mamá te va a matar, o peor, analizar.
Levanta el dulce.
—No por una buena causa.
—¿Cuál? —Alzo una ceja.
—Levantarle el ánimo a mi hija.
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Herencia Lovelace (R#12)
Teen FictionLibro de la saga Ricoy. Entra para ver la sinopsis. Atención: Contiene spoilers. Atte: Vivi.