67. Falto de atención

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Eleonora

No puedo creerlo, tengo a este acosador en mi terraza. Deberé pedirle a papá que ponga algo en las paredes ¡Cualquiera puede entrar así! Y con cualquiera también me refiero a Adler.

—Vete de mi casa ahora —Lo apunto con mi gas pimienta.

—Tranquila, bonita.

—¡No me hables así, voy a gritar!

—Ya estás gritando —Me señala.

—Cállate, y levanta tus manos donde pueda verlas.

Alza una ceja.

—¿Qué? ¿Eres policía ahora?

—¡Ah, maldita sea, por favor, vete!

Levanta las manos.

—Esto sí lo hago, pero no me voy a ir, y no estoy intentando atacarte o algo —dice sereno —. La verdad estoy escondiéndome de mi madre, fue casualidad que llegara hasta aquí.

—¡Mentira!

—Vale, no es casualidad, sí investigué donde vivías, pero en realidad iba a lo de Tristán, es que tuve que seguir unas cuadras porque escapaba de mi madre.

—¿Por qué insisten con tu madre? —Entrecierro los ojos.

—Porque está ahí —Señala la calle.

—Quédate quieto —le advierto y avanzo hasta el borde de la terraza, veo a una mujer castaña caminando por la vereda como buscando algo. Vuelvo a observar a Adler —¿Y qué me asegura que es tu mamá y por qué debería ayudarte?

Bufa.

—Verás... es que soy encantador, pero no quiero hablar de mi madre.

—Será mejor que empieces a hablar.

—Es que... sobre mi mamá...

—Te escucho —digo tranquila tomando el control de la situación.

Al parecer tengo el poder.

—No me llevo bien con mi mamá.

Alzo una ceja.

—Muchas persona no se llevan bien con sus madres, eso no lo justifica para ayudarte.

Bufa otra vez.

—Vale, ni siquiera me llevo, porque es una abandónica —Frunce el ceño.

—Si fuera así, ¿por qué te está buscando?

—Quiere saber dónde se encuentra mi padre.

—¿Y por qué no le dices y ya?

—¡No! No soportaría en casa a esa mujer, sería un infierno.

—Ignórala.

Rueda los ojos.

—Es el centro de atención.

—Mira quién habla —Me río y me mira de mala manera.

—Escúchame, tú no comprendes...

—No, por eso estoy pidiendo explicaciones —Alzo una ceja.

Esta vez se escucha un suspiro pesado.

—Bien, te contaré, pero tráeme un juguito que esto va a ser largo.

—Deja de dar vueltas, solo habla.

—¡¡Me cuesta hablar de eso!! ¡¿Sí?! —Alza la voz —No soy de esos chicos que cuentan de sus sentimientos —dice en un tono asqueado.

Herencia Lovelace (R#12)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora