Capítulo 132

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Me has mentido¡ - exclamé mientras le sonreí, dándole un golpe en el pecho.

Lo siento, lo tenía que hacer, sino era demasiado obvio, donde te estaba llevando - me dijo, sus manos fueron hacia mi cintura - espero que esta noche, sea el principio de lo nuestro - no pude responder, sus labios fueron hacia los míos, tapando mis palabras, nuestros besos eran tiernos, nos deshacíamos en dulzura, mi boca se abrió dando paso a su lengua, mis suspiros iban creciendo, mi cuerpo se estremecía por el contacto de su boca, de sus manos que recorrían mi espalda, cada vez más juntos, cada vez más pegados en el último escalón de nuestra playa, de la playa de mis sueños, de mi sitio favorito, esa noche iba a ser especial para los dos, esa noche iba a hacer que mis recuerdos en el sueño, se convirtieran en realidad.

El mar estaba tranquilo, las olas eran delicadas, y acababan en la orilla tiernamente, la arena estaba iluminada con velas, en una esquina las velas formaban un corazón, al lado había dos sacos de dormir, y encima de él, la caja de pizza que Bruno había comprado en su primera parada.

Bruno me cogió la mano y me llevó hacia la arena - Ari, este es el motivo por el que no subí ayer a la habitación, quería que todo fuera perfecto, quería que la playa volviera a formar parte de nosotros dos, que fuera otra vez nuestro sitio favorito, que aquí pasara algo mágico entre tú y yo.

Es la primera vez que una negativa, ha tenido una excusa perfecta - le decía, no me iba a controlar, no me iba a reprimir, quería vivir, quería ser feliz en ese momento con él, lo necesitaba, no iba a poner ninguna barrera, la Ariadna fría iba a desaparecer por unos momentos, no sabía cuándo iba a volver, pero me gustaba ser Ari, me gustaba haberme encontrado, me gustaba sentirme como me estaba sintiendo.

Sus dedos se clavaron en mi piel, con ansias de tenerme, haciendo que mi cuerpo se apretara contra el suyo, mis pechos subían y bajaban y su mirada estaba clavada en ellos - Bruno, bésame - le suplicaba otra vez, me había prometido no caer en sus brazos, pero no podía evitarlo, desde que pisé Los Angeles, desde que lo vi en el aeropuerto, desde que contesté a su correo, ya era de él, ya era suya, aunque no lo supiera.

Sus labios fueron con fuerza a los míos, nuestros besos dejaron de ser dulces, para convertirse en salvajes, mis manos agarraban su camiseta estirándolo más hacia mí, sus manos fueron hacia mi trasero apretándolo.

La pizza se nos va a enfriar - me dijo, separándose unos centímetros de mí, nuestros suspiros no cesaban - qué más da, ya está fría igualmente - Bruno cogió el final de mi camiseta blanca básica y me la quitó, sus manos lentamente subieron por mi contorno, llevándolas a mi espalda, sus dedos desabrocharon mi sujetador, sus manos subieron, bajando un tirante y posteriormente el otro, haciendo que mi prenda desapareciera de mi cuerpo, Bruno bajó la vista, mis suspiros eran incontrolados, sus dedos poco a poco rozaron mis pezones, lentamente, no pude contenerme y esos roces, provocaron que saliera un gemido de mi interior.

Bruno, por favor - no podía decir más, no me salían más las palabras, Bruno agarró mi trasero, y me apretó contra su cuerpo, sus labios fueron hacia los míos, mis manos agarraban su cabello, nuestros suspiros iban a más, sus lengua recorría mi cuello, bajando hasta mis pechos, mientras me los lamía, su mano desabrochó los botones de mis vaqueros - joder, Bruno - cerraba los ojos empezando a notar como su manos se adentraba dentro de mis pantalones, su mano tocaba mi piel, sus dedos apretaban mi trasero, mi cuerpo fue contra el suyo, notando en mi sexo su miembro duro, estaba ansiosa por tenerlo, no podía esperar más.

Mis manos fueron a su camiseta, quitándosela de repente, Bruno se quedó parado, esperando que terminara lo que fuera a hacer, mi dedos acariciaban su torso desnudo, lentamente, llegando al borde de su pantalón, desabrochando los botones, me acerqué a él, le di un beso, mientras mi cuerpo fue bajando, mis labios recorrieron su cuello, bajaron hasta su pecho, mi lengua salió y lamió su pezón derecho, mientras que mis manos estiradas hacia abajo, poco a poco bajaban su única prenda que cubría su cuerpo, su pantalón, mi lengua bajó hasta su ombligo, escuchando los suspiros de Bruno, que con sus manos jugueteaba con mi cabello.

Bruno mi pasión 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora