Capítulo Treinta uno.

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Capítulo treinta y uno: Segunda fase terminada.

— Pues no lo parece, te la has pasado todo este tiempo en un burdel que ayudando a Naruto. — en aquel momento se formó un silencio. — El necesita tú apoyo.

— ¡Tú no sabes nada niña, lo que hago es por su bien! — grito molesto el sannin.

— ¡Claro que no! ¿Enserio eres capaz de creer que dejarlo sólo, como un niño tonto, es sano para él? — pregunto entre dientes.

— El debe comportarse como un ninja de verdad y descubrir el secreto del Rasengan. Si lo ayudamos de nada habrá servido el entrenamiento que a echo hasta ahora. — comentó más calmado Jiraiya.

— ¿Enserio es eso? ¿O quizás el echo de que no quieres encariñarte con él? — replicó de manera gélida.

— ¿Qué disparates dices, niña? Yo creo que tú fuiste la que se encariño con ese mocoso rubio. — rechisto cruzando sus brazos.

— Es cierto, le tengo cariño a Naruto y por eso me preocupo por él, porque veo en él lo que alguna vez perdí. — admitió con sus iris verdosas apagadas. — No quiero que Naruto vaya por el mal camino, que se convierta en una persona rencorosa y odie la aldea, quiero que sea alguien fuerte y capaz de defenderse, esa fue una de las razones por la que jamás me negué a que usted lo entrenará.

La pelirroja apretó sus puños, bajo la cabeza provocando que su hebras rojizas taparan sus ojos verdosos, apretó por unos momentos los dientes pensando en lo que diría, ella admitía que sentía enojo, ira y furia por como Jiraiya había tratado a Naruto durante casi todo el viaje.

El Uzumaki no tenía la culpa, pero en toda esa ira también había un parte de ella que le decía que lo que estaba haciendo Jiraiya en parte estába bién.

— ¿Por qué le haces esto a Naruto? — pregunto.

— Creo que es lo mejor, Naruto debe entender lo que es ser un ninja, entiende _________, no soy el mejor ejemplo para él. — explicó con tristeza. — Naruto debe dejar de ser un crió.

— ¿Qué clase de padrino eres? — pregunto de repente, sorprendiendo a Jiraiya. — Tengo entendido que tú eres su padrino, se supone que los padrinos están ahí cuidando a sus ahijados cuando los padres no están a su lado, pero tú jamás has estado al lado de Naruto.

— No me vengas con ese tema ahora, _________. No estoy de humor. — reprochó ahora molesto. — Como he dicho antes, jamás he sido un ejemplo para alguién y mucho menos para Naruto.

— ¡Pero todos estos años pudiste al menos estar al lado de Naruto cómo apoyo, cuidandolo! — gritó perdiendo el control de sus palabras. — Pudiste protegerlo de todo su sufrimiento. — susurro lo último.

Miro a los ojos a Jiraiya, sus ojos esmeraldas estaban cristalizados, sus ganas de llorar y desahogarse iban en aumento, había perdido el control de nuevo.

Jamás pensó que Naruto se volvería alguien tan importante para ella, tan especial hasta el punto de querer ayudarlo y estar a su lado para siempre.

— ¡Habias podido ayudarlo y que al menos... No se sintiera sólo! — exclamó. — Pero en vez de eso decidiste irte de la aldea y jamás velar por su bienestar.

— Si me hubiera quedado en la aldea jamás te habria conocido y de seguro hoy no estarías aquí. — bufo, aquella chica le estaba diciendo todas sus verdades en su cara.

— ¡¿Y eso qué importa ahora?! — volvió apretar sus dientes.

— ¡Importa mucho! — grito ya harto de la discusión. — Todo este tiempo he estado supervisando tú entrenamiento pa...

¿Quién lo Hubiera Creído? ||Sabaku no Gaara||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora