Capítulo 10: " Cinco menos, veintiún más por ir"

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Emilio se despertó sobresaltado a la mañana siguiente del domingo y no fue a causa de un sueño o pesadilla. Había sido porque Joaquín se había cambiado de lado de la cama, y esa era la última cosa que él quería. Se giró para tirar de él, pero entonces detuvo su brazo.

Joaquín se veía tan increíblemente tranquilo, su cuerpo desnudo estaba en posición fetal. No podía ver su cara desde su posición, pero podía imaginar la calma que tendría. Permaneció despierto después de eso. Emilio era una de esas personas que una vez que estaba despierta, estaría dormido de nuevo hasta esa misma noche.

Observó a Joaquín dormir, hipnotizado por su columna vertebral. Había estado tentado a correr un dedo por la columna ósea. Desde donde estaba, podía ver las cicatrices de la varicela que había adquirido cuando tenía seis. Sus madres les habían advertido que no se rascaran. ¿Qué esperaban ellas? Demonios, ellos ni siquiera pudieron mantener a Emilio lejos de Joaquín cuando él se enfermó, lo que le llevó a enfermarse también.

Si te sentabas y lo pensabas, era un poco adorable. Sólo una fotografía de un Emilio de seis años lanzando rabietas para poder visitar a su amigo enfermo, y después enfermándose, lo que únicamente le hizo más feliz porque en primera, no tenía que ir a la escuela y en segunda, podía estar mucho más tiempo con su amigo. Emilio se río quedamente mientras sus dedos inconscientemente comenzaron a circular las cicatrices, recordando cómo lo había ayudado a rascar los lugares en donde no se podía alcanzar y como Joaquín había hecho lo mismo por él.

Se detuvo cuando Joaquín se revolvió en su sueño. Soltó un pequeño gemido antes de rodar hacia Emilio. Sonrió ampliamente mientras Joaquín se recargaba contra él, su cuerpo sintiéndose cálido y suculento contra el suyo.

Su brazo sostuvo la espalda de Joaquín y su mano libre rápidamente se encontró en su cabello. Estaba un poco enredado y enmarañado por ayer, pero aun así se sentía suave en sus dedos.

Una vez más se encontró a sí mismo sonriendo mientras tomaba una bocanada del olor de Joaquín, tenía un olor único, era embriagador y a Emilio lo volvía loco, nunca antes se acostumbraba a sentir el aroma a Joaquín.

Se río suavemente mientras una delgada línea de saliva comenzaba a deslizarse por su pecho de la boca de Joaquín. En la mayoría de los sucesos, si fuera alguien más, le hubiera asqueado, pero después de todas las veces que él había sostenido a Joaquín mientras se levantaba gritando, era refrescante y bien recibido. Eso significaba que dormía profundamente, y eso le hizo olvidar que la cálida saliva se acercaba a su ombligo con cada respiración.

Su brazo comenzaba a acalambrarse bajo el peso de Joaquín y sin embargo no pudo encontrar el deseo de deshacerse de la posición incómoda. Estaba bien así. Y en ese momento, era feliz con él en sus brazos, pero una rápida mirada al reloj le hizo recordar que debía de empezar su día. Necesitaba trabajar en una campaña para una nueva marca de pasta de dientes para niños.

Miró a Joaquín y una vez más miró la alarma de su reloj, gruñendo. Sabía que tenía que levantarse, pero el hecho de estar en cama con su pequeño sonaba mucho mejor.

Lentamente, deslizó su brazo fuera de la espalda de Joaquín y se levantó de la cama. Sonrió al ver que él se abrazaba de la almohada, envolviendo sus brazos alrededor de ella. Se estremeció al ver algunos moretones en sus brazos de ayer.

Había sido duro con Joaquín, pero no se podía controlar, estaba totalmente poseído por el deseo de tenerlo, y ni una sola vez Joaquín le dijo que parara, ni una vez chilló de dolor, y no podía dejar de sentirse culpable por las marcas moradas de sus manos en sus caderas y las marcas rojas familiares en su cuello.

Mientras se alejaba más de la cama, se estiró, gruñendo mientras un calor se expandía por su cuerpo. Todo dolía, pero de la mejor manera. Emilio estaba experimentando, como Joaquín solía llamarlo "El mejor tipo de dolor". Era un dolor que te hacía saber que habías tenido un grandioso sexo en la noche anterior. En el caso de Emilio, eran cuatro veces de la noche anterior.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora