Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓN

CAPITULO 27: "U es para inolvidable"

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«Inolvidable, eso es lo que eres.

Inolvidable, aun cerca o lejos.

Como una canción de amor, que se aferra a mí.

Como el pensar en ti me hace cosas

Nunca antes nadie ha sido más...»

'Inolvidable', por Nat King Cole

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La mañana del martes comenzó igual que la del lunes, pero esta vez fue Emilio el primero que despertó.

Fue capaz de ver a Joaquín dormir en sus brazos, aunque era realmente algo difícil verlo bien, pues su cabeza estaba enterrada en su pecho. Era su calidez la que estrujó su corazón. El hecho de que Joaquín estuviera allí antes de que abriera los ojos era suficiente para regresar una sonrisa brillante a su cara.

—Buenos días, amor —saludó a su perezoso bostezo y rio mientras Joaquín se despertaba.

—Buenos días Emi —murmuró contra su pecho.

—¿Cómo te sientes?

—Adolorido, tu pecho no es precisamente el mejor lugar para recostarse —se río y Emilio acarició su mejilla con una mano.

—Lo sé; pero al menos no nos quedamos dormidos allí, nos hubiéramos empapado.

—Cierto —gruñó Joaquín mientras se alejaba de Emilio.

—¿Qué pasa?

— Maldición, mis labios duelen, dolían ayer y ahora es mucho peor —se quejó Joaquín y Emilio se río.

—Sé a lo que te refieres —concordó frotando su mano contra sus labios.

—Realmente no quiero salir de la cama —anunció Joaquín mientras se estiraba, Emilio observó como los músculos tensos de Joaquín se extendían por su abdomen y arqueaba su espalda. Emilio ante eso, casi se le tira para hacerlo suyo en ese momento, pero tuvo que sacar esa idea de la cabeza.

—Tampoco yo, pero creo que tengo un SDC esperando en mi escritorio, o al menos eso es lo que me dijo Romi ayer por la tarde después de que dejé la oficina.

—¿Qué demonios es un SDC? —preguntó Joaquín mientras se giraba para ver a Emilio.

—Solicitud de Calificación. En otras palabras, quieren que les mandemos panfletos antes de que puedan mandarnos posibles paquetes informativos para la campaña.

Joaquín se río mientras estiraba su mano libre para tocar los labios de Emilio.

—Tus labios están hinchados —comentó Joaquín, mientras pasaba su pulgar a lo largo de ellos.

—Mira quién lo dice —replicó, tirando su labio inferior con el pulgar y el índice, obteniendo un gruñido de Joaquín.

—¡Ay! Maldición Emiliano, eso dolió —gritó mientras le pegaba en su hombro.

—Pareciera que una abeja te picó en el labio Joaco.

—Bueno, si alguien dejara de morderme todo el tiempo —murmuró Joaquín y Emilio se río mientras se inclinaba para tomar entre sus dientes su labio inferior. Mientras mordisqueaba su labio inferior, Joaquín gruñó y Emilio siseó —Nunca.

—No quiero que te detengas Emi —murmuró mientras presionaba sus labios contra los suyos en un dulce beso.

—Nunca —repitió.