Capítulo 5: "Dos menos, Veinticuatro más por ir"

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Antes de iniciar quiero pedir perdón por la tardanza pero estas ultimas semanas mi vida fueron una locura y generalmente cuando hago adaptaciones me gusta llevarme mi tiempo para poder cambiar algunos detalles y verificar que cambie todos los nombres (por cierto si ven algo así comenten y lo arreglare lo más pronto posible). Sin más que agregar disfruten.

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Emilio miraba a Joaquín dormir, las sábanas de la cama levantándose y cayendo sobre su pecho. Se veía tranquilo. Era algo raro para ver. Normalmente Joaquín era intranquilo para dormir, pateando las sábanas mientras dormía, murmurando cosas sin sentido. Era lindo verlo estar tan tranquilo. Pero, para ser honestos, ver al frenético Joaco dormido era extremadamente fantástico. Se veía como si estuviera batallando con la cama en su sueño, golpeándolo y a veces retorciéndose en contra de él.

Mientras él se levantaba de la cama momentos después, se encogió mientras su cuerpo protestaba en contra del movimiento. Él no tuvo estabilidad cuando se paró por causa de esto, y rápidamente cayó de regreso a la cama, rebotando varias veces. Una vez que dejó de rebotar, giró su cabeza bruscamente para ver si Joaquín se había despertado, pero él estaba totalmente dormido.

Con un suspiro de alivio, Emilio se encaminó hacia el baño, tomando sus bóxers del suelo en el camino. Se liberó, gruñendo al sentirse vacío. Había tomado demasiadas sodas en la oficina el día anterior. Se lavó los dientes usando el cepillo de dientes de Joaquín sabiendo muy bien que cuando él despertara y se diera cuenta, obtendría un regaño de él pequeño castaño. No sería la primera vez que esto sucediera, y probablemente no sería la última. Emilio había usado el cepillo de dientes de Joaquín en varias ocasiones, aun teniendo el suyo justo al lado del de él, pero Joaquín tenía uno de esos ostentosamente caros, eléctricos que te hacían sentir como si alguien te hubiera pateado la boca una vez que hubieras terminado. Y sabiendo que él podría comprar uno, más de lo que Joaquín pudo, a él sólo le gustaba ver la reacción de su amigo cuando lo hacía.

Cuando salió del baño hacia su cuarto, vio como Joaquín comenzaba a despertarse.

-Buenos días cielo - él dijo brillantemente, sentándose en la cama. Joaquín gruño en lo que Emilio asumió que era un saludo. El solo río y en respuesta el menor gruño de nuevo.

- ¿Por qué estás siempre tan alegre por las mañanas? - pregunto Joaquín, tallándose los ojos para ajustarse a la luz del sol entrando por la ventana.

-Bueno - Emilio empezó a explicar - Normalmente es todo natural, pero ahora es por que obtuve algo - Él le guiño el ojo, mientras Joaquín fruncía el ceño - Tú sabes – Emilio empezó otra vez - Deberías de estar tan alegre como yo, Yo creo que tú eras el otro participante anoche.

- Aha, bueno no estuvo tan bien - él reprendió, tratando de evitar que una sonrisa se formara en su cara, eso haría su apariencia desaparecer. Emilio jadeo dramáticamente, su mano sostenida a través de su corazón.

- ¿Cómo se te ocurre, bonito? Si lo amaste, no lo niegues.

- Así que ahora eres un pirata. ¡Podría recordarte que la próxima letra es mía!

- Lo sé, me pregunto cómo pasaras lo de anoche. Eso fue puro ingenio - Emilio regodeaba con aires de suficiencia.

- Como el mío – Joaquín rechisto.

- ¡La mía estuvo mejor! – protesto el rizado

- No lo fue - Joaquín empezó a contestar, levantándose de su posición en la cama, solo para gritar en dolor mientras la sabana se rompía violentamente de su cuello y pecho. Emilio se quedó viendo mientras Joaquín gruñía frotando el lugar.

Tentación incontrolable [Emiliaco] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora